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Buzón del Lector | Apoteosis y decadencia

Montilla Digital se hace eco en su Buzón del Lector de una carta abierta remitida por un montillano residente en Sevilla sobre las sensaciones encontradas que le provocó el pasado Viernes Santo en Montilla. Si desea participar en esta sección, puede hacer llegar un correo a montilladigital@gmail.com exponiendo su queja, comentario o sugerencia. Si lo desea, puede acompañarla también de alguna fotografía.



Han sido quince los años desde mi última calle Ancha y el reencuentro con el Viernes Santo de Montilla me ha producido una serie de sentimientos que, de alguna manera, quería compartir con los lectores de Montilla Digital. Para ponerles un poco en situación, decirles que soy un "capillita" reconocido, como dicen mis amigos sevillanos, amante de la Semana Santa, sin tener en cuenta el lugar donde se celebre, aunque, por supuesto, con mis preferencias. Pero, sobre todo, valoro las costumbres de cada lugar, que valen más que dorados o bandas de música prestigiosas.

Soy amante de la Semana Santa de Montilla desde que era un niño. Cada Cuaresma recorría las iglesias del pueblo en besapiés y triduos: he sido nazareno de Jesús Preso, costalero del Cristo del Amor y seguidor de la Centuria Romana Munda. He vivido la Semana Santa de Málaga por desidias del destino, por temas de trabajo, y cada año vivo al máximo la de Sevilla, ciudad donde resido actualmente.

La mañana del Viernes Santo fue en línea con mis recuerdos: historia y tradición popular en la procesión del Nazareno, con sus impresionantes tallas y con el colofón en la calle Ancha de La Lanzada por parte de la Centuria Romana Munda que, literalmente, me puso los vellos de punta.

Por la tarde, vimos el Descendimiento, que nada tiene que envidiar a las procesiones de Sevilla: impresionante el paso, la forma de andar y el acompañamiento musical. Para mí, la apoteosis del Viernes Santo. En cambio, una vez vimos entrar el Descendimiento, subimos algunos metros la calle Fuente Álamo arriba y vimos recogerse, en la misma calle Ancha, la procesión del Santo Entierro. Y he aquí la decadencia.

Apenas dos decenas de personas acompañaban los tres pasos de la hermandad. Después nos enteramos de que el cuarto paso, el de la Virgen de las Angustias, no pudo salir por no tener costaleros que lo llevaran. El corazón me dio un vuelco cuando, además, al final de la calle Ancha, la Virgen de la Soledad se quedó prácticamente sin acompañamiento musical hasta la iglesia de San Agustín, con tan solo dos tambores de la banda, que subió a tocar la Marcha Real.

Por otro lado, la entrada de San Juan Evangelista, llevado por niños y con más prisas que otra cosa para que el triste desfile acabara lo antes posible. De esta manera fue el final de esta procesión del Viernes Santo por la noche: entró San Juan; a continuación, el Señor del Santo Entierro –cuya urna iba iluminada con luces de led blancas, con bastante poco acierto– y entró la Virgen de la Soledad –a la que ni siquiera le encendieron la candelería en toda la calle Ancha, por lo que entró con tres tristes velas encendidas–.

Acabó así el Viernes Santo con luces y sombras. Luz del Nazareno, de los Romanos y del Descendimiento y sombras por la pena de aquel Santo Entierro que cariñosamente recordaba de pequeño y que, desde mi punto de vista, necesita claramente un cambio. No sé si sería una opción que la procesión se celebre el Sábado de Gloria para que así tenga una mayor afluencia de público y mayor acompañamiento, o si es necesario un cambio en la actitud de la Junta de Gobierno de la Hermandad para que detalles pequeños, como el de la candelería apagada, que denotan falta de cariño hacia el propio desfile, no vuelvan a ocurrir.

Pero para nada la procesión del Samto Entierro debe desaparecer, ya que pertenece al patrimonio montillano, por el valor histórico de sus imágenes y por la tradición que supone, que vale más que dorados o bandas de música prestigiosas.

FRANCISCO MUÑOZ LÓPEZ
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR

NOTA: Los comentarios publicados en el Buzón del Lector no representan la opinión de Montilla Digital. En ese sentido, este periódico no hace necesariamente suyas las denuncias, quejas o sugerencias recogidas en este espacio y que han sido enviadas por sus lectores.
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