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Buzón del Lector | ¿No sale el sol para todos?

Montilla Digital se hace eco en su Buzón del Lector de una carta abierta remitida por un vecino de la localidad sobre las dificultades a las que se enfrentan los nuevos emprendedores en Montilla. Si desea participar en esta sección, puede hacer llegar un correo a montilladigital@gmail.com exponiendo su queja, comentario o sugerencia. Si lo desea, puede acompañarla también de alguna fotografía.



Como el año, negocios finalizan cuando este acaba y comienzan cuando uno nuevo despunta. En 2015, los últimos regentes de una “tienda de esquina” de mucha tradición en el barrio, tras muchos años, tuvieron que cerrar debido a la falta de rentabilidad. Pocas semanas más tarde veo cómo su testigo es recogido por un nuevo emprendedor.

Nos ponen las cosas muy bonitas: bonificaciones fiscales, ser nuestro propio jefe, no depender de nadie, un futuro con el que, por lo menos, subsistir. Juntamos nuestro poco dinero, el de nuestras familias, el del banco a alto precio, nuestra preparación, nuestro entusiasmo, nuestras ganas de trabajar, nuestra mejor voluntad y sonrisa.

Tenemos un plan, marcar la diferencia, ofrecer lo que vemos que el mercado no tiene o en la mayoría de las veces, porque ya está todo inventado, ofrecerlo un poco mejor. Somos conscientes de que para que nos conozcan tenemos que trabajar muy duro y estar dispuestos a no ganar tanto al principio hasta que nos hagamos un nombre.

Y, sin embargo, salimos a la calle y vemos los mismos bares llenos y los del al lado solos; los carteles de las mismas constructoras en las obras; las mismas esquelas; el supermercado a rebosar y las tiendecitas vacías. Y cada uno defiende su “breva”, esgrimiendo que “ellos se lo han currado”, que son mejores, que tienen mejor servicio, que son de confianza, que son los de siempre. Si siguen ahí no serán muy malos.

Hay que reconocer que Montilla es un pueblo complicado; que si le da por ti te hace rico y, si no, te hunde. Muy dado a dar fama sin a lo mejor comprobar de primera mano, según me dijeron varios tenderos: “esa tienda es de los ricos” o “allí se come muy bien”, comprobando que puede ser todo lo contrario: ni era tan caro, ni se comía tan bien. ¿Le hemos dado el beneficio de la duda a las otras o a las nuevas opciones? Porque, por el lado del consumidor ,también se escucha sin tener pelos en la lengua: “si me va bien, ¿para qué voy a cambiar?”.

Hay muchas razones para cambiar, porque si le damos todo el trabajo a los mismos acabamos con su competencia y una competencia leal es buena. Hace que todos nos tengamos que esforzar en dar trabajo de calidad a buen precio, que repercute en el cliente, que es el primer interesado. Si sólo hay un proveedor, él impone sus normas: precio, tiempos de comienzo y entrega, condiciones del producto acabado.

No sólo eso, sino que en estos tiempos en los que tanto escasea el trabajo, en muchos casos surge el “si quieres trabajar aquí, esto es lo que hay, tengo veinte esperando en la puerta” y si tienes una familia detrás o una hipoteca o quieres comer, tienes que pasar por el aro, vulnerando las conquistas sociales y laborales que tanto trabajo costaron conseguir y enriqueciendo cada vez más a la persona “con la que nos iba bien” y empobreciendo al resto.

Y si con lo anterior no tuviéramos suficiente, tenemos que ver en los medios, y no tan lejos, cómo políticos y funcionarios, a los que todos pagamos, se aprovechan de su puesto cobrando comisiones para darle el trabajo a sus amiguetes, la mayoría de las veces a mayor precio, o crean empresas fantasma o, directamente, durante su jornada en la que cobran un salario público, se dedican a lo privado desde “lo negro”.

Hace muchos años escuché la frase: “con mi cartera voy donde me da la gana”. En la época de la burbuja, a muchos gremios cuando se les iba a encargar un servicio o comprar un bien, debido a la gran cantidad de demanda que había, se percibía muchas veces una actitud chulesca o de pasotismo; el cliente muchas veces tenía que mendigar que le hicieran ese trabajo un día y otro día y otro más. Ese no era un servicio profesional.

Hoy día, las tornas han cambiado, “se ha rodeado la tortilla”: si quieres trabajar, tienes que ser competitivo, “formal” y profesional y, si no bastara, ahora también parece que toca mendigar a los que empiezan nuevos o no son los tradicionales o de los que se encaprichan en ese momento.

Es de recibo ser leal con quien en el pasado te trabajó bien, pero muchos también pueden hacerlo igual o mejor. Todos salimos cada día a ganarnos el pan, todos queremos pagar facturas y andar día a día. Los lujos del pasado ya son una utopía, sólo queremos vivir con dignidad, que no nos avasallen, que no se aprovechen de nosotros.

Está claro que, con mayor razón, los que no sean profesionales y no valgan no tienen derecho a trabajar pero, si no damos la oportunidad a las otras opciones de demostrarnos si son buenos o malos, ¿cómo los vamos a juzgar? ¿No tienen derecho a hacerse un hueco? Detrás de cada puerta de comercio, detrás de cada furgoneta, detrás de cada anuncio, hay una familia o varias que lo han puesto todo para que se les dé una oportunidad.

Seguro que conoces muchas personas en esa misma situación o tú, incluso, estás en la misma. ¿Acaso no sale el sol para todos por igual? Mucha suerte, emprendedor, la vas a necesitar. Tienes mucho trabajo por delante, pero, ¿no había que intentarlo?

JOSÉ RAMÓN LÓPEZ CARRASCO
FOTOGRAFÍA: J.P. BELLIDO

NOTA: Los comentarios publicados en el Buzón del Lector no representan la opinión de Montilla Digital. En ese sentido, este periódico no hace necesariamente suyas las denuncias, quejas o sugerencias recogidas en este espacio y que han sido enviadas por sus lectores.
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