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Montilla-Moriles se lanza al mercado Kosher

Los datos no dejan lugar a la duda: la producción de vinos aptos para consumidores que profesan la religión judía aumenta cada año en todas las regiones vitivinícolas del mundo. Por eso, la zona Montilla-Moriles ha decidido lanzarse al cada vez más numeroso segmento de consumidores de productos Kosher de la mano de Bodegas del Pino, una firma que atesora más de ocho décadas de trayectoria y que constituye un referente mundial en la elaboración de vino dulce Pedro Ximénez.



Las instalaciones de la firma bodeguera, situadas junto a la ermita del Calvario de Montalbán, se han convertido en el centro de operaciones de Ruben Diskin, un rabino judío que vive a caballo entre Nueva York y Bogotá y cuya principal labor consiste en conceder la certificación Kosher para aquellos vinos que se han elaborado siguiendo las rigurosas normas que marca el Tanaj o Antiguo Testamento.

"El sello Kosher certifica que ese vino es apto para el consumo por parte de los judíos religiosos", explicó a Montilla Digital el rabino que supervisa todo el proceso de elaboración de los caldos desde que el fruto se cosecha en las cepas hasta que se moltura y se embotella en el lagar para que cumpla las disposiciones de la Halajá, la recopilación de las principales leyes, tradiciones y costumbres judías.

En esta ocasión, Bodegas del Pino destinará a la elaboración de tres tipos de vino Kosher un total de 80.000 kilos de uva de la variedad Pedro Ximénez, recolectada en la finca de Los Pollos, ubicada muy cerca de la fuente de Los Marcelos, entre los términos municipales de Montilla, Aguilar de la Frontera y La Rambla. "Nuestra intención es hacer 25.000 litros de vino dulce y otros 10.000 litros de vino blanco", explicó el responsable de la firma, Manuel Luis del Pino, quien avanzó que para el año próximo se elaborarán también vinos tintos Kosher bajo la supervisión del mismo rabino.

"Nuestra empresa atesora muchas certificaciones de calidad pero el sello Kosher es uno de los más exhaustivos", reconoció Manuel Luis del Pino, quien hizo hincapié en que "aunque los vinos se preparan para judíos, hay otros muchos consumidores en el mundo que no profesan esta religión y que, sin embargo, reclaman este tipo de producto por la garantía de calidad que ofrecen".



Y es cierto. El mercado Kosher mueve cada año en torno a 460 millones de euros, no solo gracias a los consumidores judíos sino también a vegetarianos, veganos y, en general, consumidores que demandan productos de calidad certificada. Israel, Estados Unidos, Francia y Canadá son los principales receptores de productos con este tipo de certificación.

Además de supervisar el estado sanitario de la uva, el rabino Ruben Diskin ha controlado el laboreo de las tierras y el proceso de recolección del fruto. A su vez, todas las instalaciones en las que se procesa la uva tienen que estar rigurosamente limpias, según los dictados de la Halajá, para poder obtener la certificación Kosher.

"Trabajamos exclusivamente sobre acero inoxidable y en una maquinaria que se ha sometido a un proceso especial de limpieza, a una temperatura muy elevada, por encima de 80 grados", explicó el bodeguero montalbeño, quien añadió que una vez que se elabore el vino, se precintará el recinto donde va a ser almacenado para que únicamente Ruben Diskin –que también estará presente durante el embotellado– tenga acceso al mismo.

"La comunidad judía de Nueva York o de América Latina no conoce el vino Pedro Ximénez y confío en que tenga muy buena acogida", apuntó el rabino, quien resaltó que aparte de su uso cotidiano durante los almuerzos o las cenas, la comunidad judía concede especial importancia al vino en el Sabbat –el día sagrado de la semana– y en otras festividades, en las que se le dedica una bendición especial que recibe el nombre de Kidush.

J.P. BELLIDO / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍAS: JOSÉ ANTONIO AGUILAR

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