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Jurados con tacha

La tentación de enjuiciar sumariamente a los antecesores en el poder parece haberse apoderado del panorama político nacional y regional. En principio, levantar alfombras, revisar cuentas y poner al descubierto irregularidades, si las hubiera, no puede parecerle mal a nadie a no ser que tenga algo que ocultar. Nada, pues, que objetar al criterio.



Pero –y el pero es de tal envergadura que puede muy bien convertirse en tacha absoluta– ¿quién es el jurado y quié el juez? ¿Serán los que juzgan, los rivales y enemigos políticos? Pues si es así, eso no tiene, no puede tener, validez alguna. Se pueden además ahorrar la pantomima: los encausados del bando contrario son de antemano culpables.

En ningún jurado del mundo, en ningún Estado de derecho se admitiría en un juicio algo semejante. Los miembros del jurado serían de inmediato recusados y con toda razón. No se puede ser juez y parte. Y ellos son, por conveniencia política, exactamente eso: parte y juez. El resultado de la famosa comisión investigadora está ya redactado de antemano: la mayoría de votos partidistas declarará culpable a quien esté ahora en minoría.

Otra cosa es que por auditores externos, fuera de toda duda o encargo con objetivo ya marcado, se efectuara una revisión de acciones y cuentas. Y si al desbrozarlas aparece algo punible pues ¡a los tribunales! que para ello están. Y, además son ellos, y nadie más que ellos, quienes emiten en un Estado de derecho veredictos. Lo demás es simple y llanamente un intento torticero de suplantarlos para sacar réditos de opinión publica y electorales.

Sin embargo, es precisamente por ahí por donde parecen ir las cosas. Ha sucedido en el Ayuntamiento de Madrid, donde un sanedrín político compuesto por Podemos o como quieran llamarse en la plaza, PSOE y Ciudadanos, y a iniciativa de estos últimos, va a ponerse a juzgar a todos los alcaldes desde que la izquierda perdió el sillón, lejanos tiempos de Barranco, tras los años de Tierno, hasta ahora que ha recuperado el mando.

Y lo van a hacer no con gentes sin ataduras, intereses y por tanto tachas, sino políticos con todas ellas precisamente por serlo. La portavoz de Ciudadanos, Begoña Villacís, aseguraba que no era esa su intención, pero lo cierto es que en eso se ha convertido.

Pues algo idéntico pretenden hacer en la Diputación de Toledo y también con la necesaria colaboración de Ciudadanos que aquí, además, vulneró su “principio” de apoyar la lista más votada y entró de hoz y coz junto a IU y PSOE en un pacto contra ella, la del PP, a la que le faltaba un solo escaño para tener la mayoría absoluta.

Su coordinador general, Antonio López, un hombre que ha pasado por la totalidad del arco político pero siempre ha tenido obediencia “bonista” y parece seguir siendo el más eficaz chófer que el PSOE tiene para acarrearle votos que no son suyos, es el elemento clave en la operación que se pretende llevar a cabo. Juzgar y condenar a Arturo García Tizón. Un juicio político, sumarísimo y con el jurado que ya tiene, antes de empezar a mirar un papel, escrito su veredicto. Culpable. Se podían ahorrar los considerandos.

No resultan de recibo ni la intención ni, menos aún, las formas y las garantías. Pero además me parece que alguno puede acabar pegándose con ello el definitivo tiro ya no en el pie, sino en el codillo. Y ese alguno es la formación de Albert Rivera que con esto, unido a la personalidad, pasado y hechos de su coordinador, puede dejarles en próximos comicios reducidos a la irrelevancia.

ANTONIO PÉREZ HENARES
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