A veces me pregunto si ser inteligente es bueno. No es que yo me crea un cerebrito o superior a nadie, pero soy lo suficientemente inteligente como para darme cuenta de cuándo me mienten y, además, tengo la mala suerte de ser sensible y de tener conciencia social, por lo que me duelen las mentiras. La trama de corrupción llamada "Púnica" demuestra claramente que desde el PP nos han estado mintiendo, no solo por todo el dinero que nos han robado, sino porque llevan cuatro años diciéndonos a los españoles que tenemos que hacer sacrificios por el país y hemos tenido que aguantar subidas bestiales de impuestos, congelación de salarios, recortes en ayudas, en educación, en sanidad...
Un claro ejemplo es el cierre de los comedores infantiles en la Comunidad de Madrid por Esperanza Aguirre, mientras que los alcaldes nombrados por ella se gastaban en los distintos municipios que regían millones de euros en poner estatuas horribles en rotondas creadas para su ubicación.
¿Cómo se puede ser insensible al sufrimiento de criaturas que no tienen la culpa de nada? ¿Cómo uno cierra un comedor conociendo la desnutrición de miles de niños y sigue tan feliz por ahí? ¿Cuándo dejaron de ser humanos? Y lo que más me duele es que hay gente que sigue justificando las acciones de estos desalmados. ¿Es que yo soy de otro planeta?
No se trata de ser de izquierdas o de derechas: se trata de tener unos valores, de sentir el sufrimiento del prójimo y, sobre todo, de creer que ser político es ser una persona al servicio del ciudadano y querer que cuando termine un mandato, la vida de la gente haya mejorado.
Lo que siempre me llama la atención es que mi conciencia social se formó en las catequesis y en la lectura del Evangelio. Sin embargo, todos esos que defienden la educación católica y tanto apoyan a la Iglesia, son precisamente los fariseos de la historia o los mercaderes del templo. He de decir que actualmente no soy creyente y me temo que en ello ayudó mucho la hipocresía que encontré y la doble moral. Ya lo dijo Jesucristo: por sus actos los conoceréis.
Os regalo una canción de Pink en la que le preguntaba a Bush qué sentía cuando se miraba al espejo, sabiendo que había gente durmiendo en la calle. Se llama Mr President. No os perdáis la letra. Quizás podíamos dedicársela también a nuestro presidente.
Un claro ejemplo es el cierre de los comedores infantiles en la Comunidad de Madrid por Esperanza Aguirre, mientras que los alcaldes nombrados por ella se gastaban en los distintos municipios que regían millones de euros en poner estatuas horribles en rotondas creadas para su ubicación.
¿Cómo se puede ser insensible al sufrimiento de criaturas que no tienen la culpa de nada? ¿Cómo uno cierra un comedor conociendo la desnutrición de miles de niños y sigue tan feliz por ahí? ¿Cuándo dejaron de ser humanos? Y lo que más me duele es que hay gente que sigue justificando las acciones de estos desalmados. ¿Es que yo soy de otro planeta?
No se trata de ser de izquierdas o de derechas: se trata de tener unos valores, de sentir el sufrimiento del prójimo y, sobre todo, de creer que ser político es ser una persona al servicio del ciudadano y querer que cuando termine un mandato, la vida de la gente haya mejorado.
Lo que siempre me llama la atención es que mi conciencia social se formó en las catequesis y en la lectura del Evangelio. Sin embargo, todos esos que defienden la educación católica y tanto apoyan a la Iglesia, son precisamente los fariseos de la historia o los mercaderes del templo. He de decir que actualmente no soy creyente y me temo que en ello ayudó mucho la hipocresía que encontré y la doble moral. Ya lo dijo Jesucristo: por sus actos los conoceréis.
Os regalo una canción de Pink en la que le preguntaba a Bush qué sentía cuando se miraba al espejo, sabiendo que había gente durmiendo en la calle. Se llama Mr President. No os perdáis la letra. Quizás podíamos dedicársela también a nuestro presidente.
MARÍA JESÚS SÁNCHEZ
