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Lo siento, yo soy así

Antes me cuidaba de que los demás no hablaran mal de mí. Entonces me portaba como los demás querían y mi conciencia me censuraba y no me dejaba descansar ni dormir plácidamente. Menos mal que, a pesar de mi esforzada buena educación, siempre había alguien difamándome. No saben cuánto agradezco a esta gente que me enseñó que la vida no es un escenario porque, gracias a ellos y desde entonces, me atreví a ser como soy.



He viajado por todo el mundo; tengo amigos de todas las religiones; conozco a gente extraña: católicos pecando y asistiendo a misa puntualmente, pregonando lo que no son; personas que devoran a su prójimo con la lengua e intolerancia; médicos que están peor que sus pacientes; gente supermillonaria pero que es infeliz; seres que se pasan el día quejándose, que se reúnen con su familia o amigos los domingos para quejarse por turnos; o individuos que han hecho de su estupidez su manera de vivir.

Soy guerrero. Mi espada es el amor; mi escudo, el buen humor; mi hogar, la coherencia y mi texto, la libertad. Si mi felicidad te resulta insoportable, discúlpame: no hice de la cordura mi opción. Prefiero la imaginación a lo indio, es decir, con inocencia incluida.

Por esto es importante que sea el amor lo único que me inspire en mis actos; anhelo que descubras el mensaje que se encuentra detrás de mis palabras; no soy un sabio, soy solo un enamorado de la vida. Para mí, el silencio es la clave, la simplicidad es la puerta que deja fuera a los imbéciles.

No es suficiente querer despertar, sino despertar. Y la mejor forma de hacerlo es preocupándonos de que nuestros actos no incomoden a quienes duermen a nuestro lado. Tengo en cuenta que el deseo de hacerlo todo bien es una interferencia: es más importante amar lo que hago y disfrutar todo el trayecto.

Mi corazón está en emergencia por falta de amor. Tengo que volver a conquistar la vida y enamorarme otra vez de ella. Tengo en cuenta que la vida es una escuela y que estoy aquí para aprender que las lecciones van y vienen y lo que aprendo de ellas es para toda la vida. Por eso, no dejo pasar la oportunidad de abrazar a quien más aprecio: la vida es muy corta como para desperdiciar el tiempo odiando a alguien.

JUAN NAVARRO COMINO
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