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Grandísima caprichosidad

Pues sí, como esperábamos, se culminó el latrocinio de las Primarias socialistas en Andalucía. El aparato, el omnipresente aparato de los partidos –del PSOE-A en este caso-, ha puesto cara al fraude en la democracia participativa interna, aupando, a base de avales propiciados por el ocultismo –como así ha denunciado uno de los candidatos-, a la candidata digital al lugar que se le tenía reservado: el de optar a la Presidencia de la Junta en las elecciones anticipadas que se convocarán y, por ende, aunque ella lo niegue ahora, a la Secretaría General del partido en Andalucía.

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Escribí no hace mucho que sólo me creería que la candidatura de Planas –era de las tres alternativas la que tenía mayor peso específico- no se ajustaba a un guión preestablecido que barnizase el proceso democrático de Primarias, si éste terminaba presentándose y conseguía vencer en las urnas. Ni una cosa ni otra se han cumplido.

Planas no ha conseguido reunir los avales necesarios y, por tanto, no ha podido optar a confrontarse con Susana Díaz en el congreso del PSOE-A. Por ello que no me apee de mi criterio de que todo se ha tratado de un simple paripé, del que no sé si Luis Planas ha sido colaborador consciente, pero que apesta a amaño y a elecciones a la búlgara.

Al menos así lo denuncia un grupo de dirigentes históricos, con Rodríguez de la Borbolla al frente, que hablan de “atentado al derecho fundamental a la participación”, de “grandísima caprichosidad” en la convocatoria o de Primarias “al gusto del convocante”. A partir de ahí, nada nuevo bajo el sol, tórrido sol andaluz de estos días.

La Díaz ya se ha declarado continuadora de las políticas de Griñán, algo, por otra parte, que no suele resultar novedoso como gesto de agradecimiento a quien la coloca, pero que con el paso del tiempo va perdiendo valor una vez que quien apadrina pierde relevancia y el apadrinado, en este caso apadrinada, empieza a tocar los resortes del poder.

Lo cierto es que me imagino que Susana Díaz asumirá también las consecuencias del mayor fraude al erario público cometido en España, el caso de los ERE del Gobierno socialista andaluz, y desde su “dilatada” experiencia profesional como jurista de prestigio reconocerá las sinvergonzonerías cometidas por sus compañeros de partido y dará órdenes para que se devuelva a las arcas del Estado y, fundamentalmente, a los trabajadores verdaderamente desempleados, aquello que los cargos de la administración socialista andaluza han desviado hacia amigos y fines diversos.

Puede que ese sea “el nuevo tiempo político en Andalucía” que anunciaba Díaz en su proclamación como candidata única, pero mucho me temo que no, que aquello del “cambio”, o del “nuevo tiempo” en otros términos, es más de lo mismo y los principios de cómo se inicia así lo delatan.

Toca mover ficha ahora al Partido Popular. Confiemos en que tenga mejor tiento que el PSOE y acierte tanto en la forma como en el fondo, contestando a la mediocridad socialista con argumentos de peso que pongan fin al régimen de treinta años.

ENRIQUE BELLIDO
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