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Mafias, gánsteres y demás chusma de galeras

Anodadado me encuentro. No doy crédito a lo que leo. Me resulta imposible explicar cómo se puede ser tan extraordinariamente indecente con una institución que no sólo ayuda a la gente necesitada, sino que lo hace de forma totalmente desinteresada y sin pedir absolutamente nada a cambio.

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Ya sabrán ustedes a qué me refiero. El secretario provincial de Comisiones Obreras, el señor Rafael Rodríguez (lo de “señor” es aquí una mera fórmula de cortesía, como es natural y obligado) ha calificado a Cáritas de “organización mafiosa” por abrir un economato para personas necesitadas. Según el lumbrera sindical, Cáritas usará el economato para hacer adictos a la Iglesia Católica. Práctica, según este personaje, que ya usan la mafia o los Hermanos Musulmanes.

Hay que ser muy torpe para decir una cosa así. Cáritas es una insititución financiada en gran parte por los católicos a través del tradicional “cepillo”, es cierto. El resto de su financiación –aproximadamente un 40 por ciento- procede de subvenciones estatales –como corresponde a cualquier ONG-.

En el momento de escribir este artículo no dispongo de mayor información como, por ejemplo, el volumen anual de financiación pública que recibe Cáritas y el mismo volumen recibido por Comisiones Obreras; sin embargo, no sé por qué intuyo que el sindicato recibe mucho más dinero del Estado que la organización católica.

¿Hablamos de proselitismo? Vale. Todos recordamos imágenes de piquetes “informativos” en prácticamente todas las huelgas del reciente período democrático. A eso se le llama hacer adeptos: “como intentes trabajar te escupiremos, te rajaremos las ruedas del coche y te haremos la vida imposible en el trabajo”. ¿Hablamos de prácticas mafiosas? ¿De coacciones? ¿De amenazas?

Hablemos ahora de gestionar esos fondos públicos que pagamos entre todos los carajotes españolitos. Mientras unos –los de Cáritas- se lo gastan en comida, ropa y alquileres e hipotecas de gente que no tiene para pagarlas, los otros –como el individuo este- se lo gastan en pagar a su propia gente por dar cursos de formación; en relojes Rolex; en manifestaciones y huelgas que generan más pobreza y menos paz social. Y en costearle la vida a tipos de la calaña de este tipo que no sólo se inventa la cosas, sino que miente descaradamente sobre los demás y a los demás.

Los líderes sindicales de este país harían bien en dedicarse a trabajar en lugar de a decir gilipolleces. No sólo están desfasados, anticuados y a rebosar de vividores, sino que son –junto con nuestros amados legisladores políticos- los principales responsables de la maltrecha situación económica de España (les recomiendo que busquen en Internet un documento traducido del inglés en el que Frederik Hayek explica a un entrevistador cómo los sindicatos contribuyen decisivamente al incremento del desempleo).

Me da la impresión de que todos estos mentecatos de la izquierda más rancia y radical están que trinan porque ven que todas sus algaradas y sus cacareos de gallina desplumada no les sirven de nada: la debacle del PSOE y demás partidos de izquierda y el triunfo aplastante de Feijóo en Galicia han puesto de los nervios a todos los hiprógritas del país. Aun así, las palabras de este Rodríguez son más que una simple salida de tono: toda una declaración de estulticia y deshonestidad.

MARIO J. HURTADO
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