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El voto hispano

Los resultados de las dos últimas elecciones presidenciales estadounidenses han demostrado el peso del voto hispano. Es una de las grandes minorías de Estados Unidos (EEUU) pero, sin duda, es de las menos representadas. Los resultados sobre minorías del censo realizado en 2010 reflejan que el número de latinos ascendía a 50,5 millones de personas, lo que supone prácticamente el 16 por ciento de la población de EEUU. Es la minoría más numerosa del país.

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Otra circunstancia demográfica fundamental es su juventud. Uno de cada cuatro jóvenes estadounidenses es de origen latino. Sin embargo, se han detectado dos circunstancias contradictorias pero esenciales para comprender el comportamiento de su voto.

En primer lugar, parte de esta minoría busca la integración en su nuevo país de residencia. Ya en 2004 representaban el 14 por ciento de la población de EEUU. De esos catorce, el 8 por ciento había nacido en el país. Este ánimo de integración los lleva a la participación en el acto más sagrado de la sacrosanta democracia estadounidense: el voto.

De forma paradójica, hay un segundo hecho a tener en cuenta: los hispanos no se sienten representados. Debido a que es una de las "nuevas grandes minorías", a diferencia de los italianos, los afroamericanos o los irlandeses, todavía las instituciones no reflejan de forma suficiente a la realidad hispana.

Si se suma el hecho de que una parte de este colectivo piensa en volver algún día a su tierra y que reciben constantemente mensajes recordándoles "su sitio", resulta que muchos latinos se abstienen de acudir a las urnas porque sienten que las elecciones no son asunto suyo.

Estas claves permiten comprender algo mejor las campañas del demócrata Barack Obama y el republicano Mitt Romney. El voto hispano ha sido decisivo para la victoria de Obama en dos ocasiones.

De acuerdo con la Oficina del censo, en las elecciones de 2008 había un total de 30,8 millones de hispanos mayores de 18 años, de los cuales sólo tenían derecho a votar 11,9 millones. El 84 por ciento votó, y dentro de esa cantidad, los sondeos a pie de urna reflejaron que el 67 por ciento votó a Obama.

En 2012, Obama volvió a animar a la participación. En cambio, Romney y sus colaboradores invitaron a la abstención de los hispanos, recordando situaciones como la provocada tras la aprobación de la Ley migratoria de Arizona.

La ley migratoria de Arizona endurecía las acciones contra la inmigración ilegal, si bien tampoco favorecía a la legal. De acuerdo con una encuesta realizada por la agencia Angus Reid Public Opinion, 7 de cada 10 estadounidenses la aprobaban, aunque no tuvo tanto éxito entre los hispanos.

A pesar de su oposición a la ley, Obama no pudo hacer nada contra ella, decepcionando a buena parte de su electorado. A pesar del varapalo, compensó a sus votantes latinos con medidas como la relajación de las deportaciones, especialmente a los denominados dreamers, jóvenes inmigrantes que han estudiado en el país y que se encuentran allí de forma irregular.

El gran objetivo de Obama era que la población hispana participara en la nueva cita electoral: de los 23,6 millones con derecho a voto, 12,2 millones acudieron a su llamada. De acuerdo con los primeros datos a pie de urna ofrecidos por el blog de la organización Latino Decisions, el 75 por ciento votó al candidato demócrata.

Después de toda esta maraña de datos, se evidencia la gran potencialidad del voto hispano, decisivo en dos elecciones. A partir de ahora, la evolución del voto hispano tendrá en el futuro dos variables.

En primer lugar, la capacidad de Obama para corresponder a la confianza depositada en él. Las cámaras legislativas siguen divididas. El Senado permanece en manos demócratas y el Congreso en manos republicanas. Con esta composición de las Cortes difícilmente pueden salir adelante leyes controvertidas. Los republicanos pueden bloquear las iniciativas de Obama.

Por otro lado, otra variable es la posición de los republicanos con respecto a esta minoría. Ya les ha hecho perder dos elecciones. Si les tienden la mano puede que logren arañar algo más de ese voto. Los hispanos ya han movido pieza. Es el turno de Obama. A partir de ahí, se verá la evolución del voto de esta minoría tan numerosa en EEUU.

RAFAEL SOTO
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