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Recortes: ¡que se jodan!

No se me arremolinen. El exabrupto, rebuzne o roznido lanzado por la “disputada” del PP en el Congreso no tiene por dónde cogerse. De entrada: ¡inadmisible! No se puede ofender de esa manera a nadie sea del partido contrario o, mucho menos, si la grosería es lanzada contra una persona parada. Bastante drama tienen ya los parados. No se puede ir por la vida con este grado de zorrería (ante la duda, ver diccionario).

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Según papá, el de la “tal”, en la moza destaca los valores, la ética y la responsabilidad social. Hasta ahora, un servidor tenía alguna idea sobre valores y entendía algo de ética. Esta llamada de arrebato axiológico me confunde. Claro que hay que destacar que papá no ha hecho referencia clara a un ejemplo de valores. Desde luego, si se refiere a valores morales creo que este señor va desubicado. Una vez más, me han descolocado.

Si lamentable es la exclamación del Congreso, también lo es el ataque, acoso y derribo sufrido en plena calle por la Delegada del Gobierno de Madrid. Ataques personales, ofensas, agresiones varias, amenazas… Así no conseguiremos mucho. Me centro en el tema de hoy: los recortes.

Voy a partir de que las medidas adoptadas por el Gobierno son todas ellas necesarias. A priori, vamos a admitir este supuesto que, en breve, mal que nos pese, será real. Pero hay una serie de ellas que hubieran permitido al sufrido contribuyente entender las otras que se nos pueden haber atragantado ya. Pero puestos a recortar, ¿no sería “más mejor” que los próceres patrios dieran ejemplo?

Arteramente voy a fijarme en algunas de las medidas y haré un breve comentario de las mismas. Mi disertación no deja de ser una crítica y, por supuesto, soy consciente de que predico en el más árido desierto.

¡Medidas de ajuste! Por ejemplo: reducción de la partida presupuestaria para partidos y sindicatos de un 20 por ciento para 2013. ¿Por qué no un 40 o un 60 por ciento? ¿Teme el Gobierno que les den garrote vil en la Plaza Mayor si se atreve a meter seriamente la tijera? Todos somos conscientes de que los políticos, en general, no gozan de nuestras mejores simpatías. Se han ganado a pulso nuestra animadversión.

Otra medida es la supresión de liberados sindicales hasta lo que marca la ley ¿Por qué no todos? La ley se puede cambiar... Los liberados que los paguen los sindicatos. No pretendo liquidar por derribo a los representantes de los trabajadores pero, ¿realmente representan a la masa laboral o se revezan a sí mismos? En los países anglosajones creo que se autofinancian con las cuotas de los afiliados.

Supresión de la paga de Navidad a funcionarios ya congelados y altos cargos. ¿Por qué no a todos los políticos? El monto total de políticos recordemos que asciende a unos tropocientos que, multiplicado por una paga de equis euros, daría un buen número de pastón. Por cierto, no llegan a 450.000 según datos más fiables. Exagerar es muy propio de nosotros y rectificar lo es de sabios. ¿Rebaja de sueldo y supresión de paga a jueces, magistrados, defensores de pueblos y demás adláteres que chupan de las ubres oficiales?

Se reduce los días de libre disposición de los funcionarios, los llamados moscosos: “día de permiso de libre disposición que tienen pactado ciertos colectivos de trabajadores y funcionarios” (sic, RAE). Lo mismo que este privilegio está firmado desde 1983, gracias al ministro Javier Moscoso, se puede despactar.

También están en juego los designados días canosos establecidos en 2006. Soy consciente de que los funcionarios son los que pagan el pato cuando vienen vacas flacas y nunca reciben beneficios cuando la situación económica es boyante.

Reducción para ya, de sueldos macroscópicos de suntuosos alcaldes y ostentosos ediles que pueblan las mermadas tierras de este país arruinado por la ineficacia y mala gestión. Por supuesto, reducción de concejalías, asesorías, cargos de confianza y virguerías varias que acompañan a esta marabunta depredadora.

También se va a aumentar el control de las cuentas públicas en el ámbito local, con el fortalecimiento del interventor municipal y funcionarios con habilitación de carácter nacional. Hace ya bastante tiempo que se debió parar el derroche de megalómanos munícipes con ansias de pasar a la posteridad. Ejemplos de esta epidemia hay muchos en toda nuestra geografía y aquí hemos referidos algunos.

El lema parece ser que canta así: “una Administración, una competencia” para ahorrar 3.500 millones de euros solo en la Administración local. Está claro que hay muchos agujeros por donde se filtran cantidad de euros. Si no barremos la casa y hacemos reparaciones, puede que las filtraciones amenacen derribo.

Drástica reducción de las empresas públicas en el ámbito local. Indudablemente esta parcela está sobresaturada de empresas, fundaciones y demás nidos que en muchos de los casos no se sabe a ciencia cierta para qué están.

Aparentemente, puede que dicha supresión y/o reducción acarree más paro. Digo "aparentemente" pues, en muchos de los casos, los colocados digitales en ellas proceden de otras dehesas públicas.

Para el final de este rosario de quejas me dejo alguna perla que, en bruto, vale su peso en oro. ¿Qué pasa con las grandes fortunas? Ya han crujido los goznes de nuestra castigada comprensión cuando se proclama una amnistía fiscal que aún está por ver si reportará algún beneficio. Posiblemente, esas pobres fortunas están tan agobiadas que no pueden pagar ya más. Los ricos también lloran.

¿Ha llegado por fin el momento de acabar con el boato? ¿Han pensado sus señorías, los tropocientos políticos que hay en todo el territorio, que tal vez sea necesario reducir una larga serie de gastos? Coches oficiales –pueden compartir coche-, servicio de seguridad, dietas abultadas, vuelos en preferente, teléfonos de última generación, portátiles…

El político es un servidor público no un servido regalado. ¿Cuánto ahorraría el Estado suprimiendo el Senado y menguando el número de diputados al Congreso? Se les hace una fiesta de despedida, se les da una medallita al mérito civil y se les agradece los servicios prestados, pero ¡ya!

Seguro que el pueblo llano entendería mejor toda la tormenta de granizo de recortes que ha caído si hubiera un reparto más equitativo de las cargas. La Ley del embudo, que la debió inventar un sabio muy perspicaz, resulta sumamente interesante: “lo ancho para mí, lo estrecho para ti”.

No dejo de preguntarme: ¿para cuándo penas de cárcel para todos, absolutamente todos, los que desde puestos de relevancia han expoliado de una forma u otra al Estado, a los clientes de un banco, etc., etc., afanando, abusando de su situación de privilegio? Y no sólo penas carcelarias. ¡Que restituyan todo lo que no les pertenece! Conforme vayan amortizando deuda se les podría acortar el tiempo del trullo.

En el artículo Pan con chorizo apuntaba lo siguiente en referencia a los choriceros: “Lo alarmante para muchos de nosotros es la sangre fría que demuestran poseer este tipo de personajes al actuar como bandoleros de Sierra Morena. La podredumbre, tarde o temprano sale a relucir, entre otras razones porque huele a mefítico.

Pero parece que hay una creencia general entre este tipo de mangantes, ni tan siquiera podemos llamarlos de guante blanco, que esperan que nadie se entere. ¿Confían en que ellos son más listos y nunca los cogerán? O tal vez ¿piensan ingenuamente que no hacen nada censurable? ¿Para cuándo penas de cárcel para los chorizos y devolución de lo robado, hasta el último centavo?”.

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PEPE CANTILLO
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