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Más allá de los números

Los partidos radicales de ultraizquierda y, sobre todo, de ultraderecha, están aumentando su influencia por buena parte de Europa. Un buen número de analistas consideran que la causa principal es la crisis económica, que ha radicalizado las posturas de una población en graves apuros. Sin embargo, si bien es cierto, hay que buscar otras causas adicionales.

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La crisis de valores y la falta de un rumbo, de una idea de Europa que sea compartida por una mayoría, son también posibles causas de la creciente importancia de los partidos extremistas.

Las nuevas generaciones que no vivieron las consecuencias del radicalismo en la propia Europa ven como pasado los males que provocaron estas ideologías. Al revés, en muchos casos son la alternativa a unos partidos políticos desprestigiados y agotados por tantos años de alternancia en el poder.

En este contexto de desgaste de los partidos democráticos, también hay que tener en cuenta que los ciudadanos no se sienten partícipes de un proyecto colectivo, por lo que no hay una mayoría que dirija sus esfuerzos a un objetivo común.

Al igual que ocurre con las personas, cuando un país o un proyecto común como es el europeo tiene como único fin la supervivencia, corre el peligro de corromperse. En muchas ocasiones es necesario una meta, un objetivo hacia el que dirigir los esfuerzos.

El salir de la crisis económica no puede ser entendido como un objetivo. El objetivo es salir de ella como algo. ¿En qué quiere convertirse Europa? ¿En un centro cultural? ¿Un centro económico? ¿La tierra del Estado del Bienestar? Esta es una reflexión que debe plantearse tanto a nivel individual como colectivo.

Esta falta de reflexión a nivel mayoritario –pues a nivel minoritario sí existe este debate- lleva a una crisis de valores, a una corrupción del sistema tanto en el sentido de corrupción política como a nivel moral: todo vale para sobrevivir.

El nacionalismo exacerbado, el odio a los inmigrantes –los otros- y el desgaste de los partidos políticos tradicionales pueden tener un origen principalmente económico. Sin embargo, es indudable que ha derivado hacia otras actitudes y formas de pensar que no hacen más que acentuar la crisis de valores ya existente.

En 1992, el partido de ultraderecha Liga Norte obtuvo 25 senadores y 55 diputados en el Parlamento italiano. En 1994 se alió con Berlusconi para llegar al poder. Es importante reconocer que estos fueron años difíciles para Italia y que el particular sistema electoral italiano favoreció la alianza. Sin embargo, nadie puede decir que Italia estuviese en una crisis como la actual.

Finlandia es un país relativamente próspero y que en 2011 creció alrededor de un 2,86 por ciento, según estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI). Sin embargo, el partido ultraconservador Verdaderos Finlandeses consiguió 39 escaños en el Parlamento tras las últimas elecciones. ¿Es exclusivamente por cuestiones económicas, sin negar la existencia de este factor?

Grecia vive un momento duro por su situación económica. Nadie sabe si se mantendrá en el euro, si bien cada analista tiene su opinión. El partido Aurora Dorada consiguió un siete por ciento de los votos, lo que le supuso 21 escaños en el Parlamento.

Recientemente, Aurora Dorada ha protagonizado un escándalo televisivo, en el que un miembro de este partido agredió a dos candidatas de izquierda. ¿Puede esto explicarse exclusivamente por cuestiones económicas?

La economía es un motor social fundamental y que explica en buena medida el origen de los fenómenos sociales. Sin embargo, para comprender fenómenos como el del auge de los partidos radicales es necesario ver más allá de los números.

RAFAEL SOTO
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