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Trabajar de lo que sea o emigrar

En este artículo tocaré someramente diversas cuerdas graves en la guitarra de la crisis: trabajos en precario referidos a la preparación de los currantes, rechazo de inmigrantes y vuelta a la emigración de parte de nuestro potencial humano. Me ha sorprendido bastante el siguiente titular de prensa y no por el trasfondo de la noticia sino por lo amargamente anecdótico de la misma: “La crisis cambia el perfil del trabajador de la limpieza: español y universitario”.



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Leo más detenidamente el referido artículo que, en síntesis, viene a decir lo siguiente: “Cada vez son más las personas jóvenes -alrededor de 30 años-, con estudios superiores -diplomaturas y licenciaturas- y de nacionalidad española las que ocupan puestos de trabajo relacionados con la limpieza profesional”.

Vaya por delante mi respeto y consideración a las personas que se dedican a las faenas de limpieza, ya sean fuera del hogar o domésticas, espacio este último desempeñado, principalmente, por las mujeres. Es una labor bastante sufrida y creo que, en general, mal remunerada. Pero este aspecto no es el problema que deseo tratar.

En tiempos de bonanza económica, todos hemos podido hacer “ascos” a determinado tipo de trabajos, llámese limpieza, cuidado de enfermos o de personas mayores y otros muchos que podríamos sacar a colación. Ese tipo de labores quedaban relegadas a los inmigrantes que llegaban a nuestro país buscando una vida mejor y más digna.

Pero las tornas han cambiado, el paro ha llegado a muchos hogares y se hace necesario comer, pagar la hipoteca o el alquiler de la vivienda. Y muchos trabajos que antes solían hacer los inmigrantes ahora los desempeñan el vecino o mi amiga que tiene a su marido también parado.

Se hace obligado sacar dinero de donde sea para cubrir las estrecheces diarias. Ya no podemos hablar de necesidades creadas como podría ser pasar un tiempo en la playa o salir unos días de vacaciones, nos referimos a “necesidades necesarias”, valga la redundancia, para poder llegar a fin de mes.

Y en este punto surge una de las grietas éticas más destacables: la fobia y/o el rechazo al inmigrante que "nos quita el trabajo" (¿?). Mientras todo iba viento en popa, era fácil dejar que los venidos de fuera cargaran con todo ese repertorio de trabajos que los autóctonos despreciábamos por considerarlos de poca categoría. Pero ¡ay dolor! el hambre aprieta y hay que agarrarse a lo que sea. Y ahora decimos entre lamentos que los inmigrantes "nos quitan el trabajo".

Pues bien, como se hace perentorio trabajar de lo que sea, pero trabajar, le hincamos el diente a cualquier tipo de actividad laboral. Y es muy válido y necesario agarrarse a un clavo ardiendo para poder sobrevivir. Y aquí entra en juego una de las grandes ironías de la vida.

Titulados superiores intentando ganarse la vida de lo que sea, menos de aquello para lo que estudiaron una carrera. En estos momentos hay una larga cola para currar limpiando escaleras, comercios, casas, trabajar en la caja de un supermercado o en la venta a domicilio, entre otras tantas ocupaciones. Ahora este tipo de actividades pretenden desempeñarlo también los titulados superiores. ¡Qué amarga y puñetera puede ser la vida! Eso o aceptar de nuevo convertirse en emigrantes.

Hago referencia a dos titulares más de prensa aparecidos últimamente. Uno de ellos dice: “Alemania necesita 30.000 ingenieros superiores. La cantera de universitarios españoles representa una de sus mejores opciones”. El otro titular exhibe la cara menos complaciente del tema: “Casi 2.000 ingenieros españoles se presentan a las pruebas de Volkswagen para trabajar en Alemania”. Alemania, pide. Alemania manda…

En resumen, la noticia última dice lo siguiente: “Un total de 1.800 jóvenes ingenieros españoles se han presentado a las pruebas de selección abiertas por Seat para contratar a profesionales que trabajarán en los centros de Volkswagen o Audi en Alemania, de los que ocho iniciarán ya mañana en Martorell el proceso previo de formación”. Noruega parece ser que también necesita mano de obra, en este caso para la construcción.

Noticias estas que me reconfortan (¿?) aunque no me alegran. Capto en ellas lo que de esperanzador pueden tener para nuestros jóvenes de 25 a 35 años. Supongo que, además, tendremos que admitir que hay en nuestro país un superávit de titulados que malamente podrán trabajar de lo que se licenciaron. Pero este es otro tema que se sale del puchero.

Desde inicios de 2011 hay una puerta abierta a la colaboración entre España y Alemania para reclutar personal español cualificado para los siguientes sectores: sanidad, turismo, ingeniería, docencia y hostelería. Los programas Erasmus, que en su mayor cuantía los pagaron los padres, empiezan a dar sus resultados y con ellos la “emigración selectiva”.

Volvemos a poner de moda aquella expresión aplicada a los años sesenta-setenta: ¡Vente a Alemania, Pepe! De aquél artículo entresaco lo siguiente: “La emigración española en la década de los años sesenta fue muy fuerte. Entre 1960 y 1973 emigraron más de un millón de personas para trabajar de lo que fuera en Europa. La situación entre nosotros no era nada boyante, económicamente hablando. Aquella era una mano de obra no cualificada que aceptaba cualquier trabajo que se le ofertara…

El perfil medio del emigrante era varón (84%), casado (70%) y asalariado (45%) y que vivían, la mayoría de ellos en barracones y en condiciones bastante precarias. Hablamos de emigrantes con una idea de transitoriedad. Emigraban para ahorrar y luego volverse a España, no siendo por lo general, aceptados en los países de destino”.

Sé de lo que hablo porque también la padecí como mano de obra no cualificada. Hoy, casi medio siglo después, se vuelve a repetir la misma situación pero con protagonistas altamente capacitados: hombres o mujeres rondando la edad de los treinta, sin cargas familiares, con dominio de idiomas, varias titulaciones y máster, con conocimientos de Informática y dispuestos a salir fuera del país. Posiblemente no vivan en barracones, de lo cual me alegro; a lo más, compartirán un piso con otros colegas.

Dadas las circunstancias socioeconómicas de nuestro país, a las que hay que añadir la preparación de muchos de nuestros jóvenes que dominan en bastantes casos más de un idioma, que se han preparado por medio de un programa Erasmus en otros países de la UE, sumadas todas esas variables, es lógico que busquen trabajo donde sea.

También serán emigrantes gracias a la posible libre circulación de personas dentro del ámbito de la Unión, aunque esta variable sea aún una “cuasi utopía”. Digamos que, por suerte para ellos y gracias a su preparación, no se irán de “simplemente pobres emigrantes”. Ironías del destino: hijos o nietos de nuevo a trabajar fuera del país.

Solamente tengo una cosa clara a estas alturas. Para trabajar aquí de “limpia lo que sea” mejor es que se marchen a donde tengan un trabajo en consonancia con su preparación académico-profesional. Claro está: si les da la gana y si encuentran ese ansiado puesto.

En el caso de que salgan fuera, digo esto con toda la amargura e ironía que os podéis figurar, siempre tendrán media hora de fama si aparecen en el programa televisivo de Españoles por el mundo.

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PEPE CANTILLO
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