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¿Quién jodió a Kandi K?

“Anímate a conocer a Kandi K, la muñeca que no te dejará descansar. Kandi K es una jovencita guapa y sedienta de sexo que te dejará sin aliento. Sus impactantes curvas y perfectos orificios te harán disfrutar fantásticos momentos”.

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-Doctor Harol Moi (Groenlandia): “Las personas pueden transmitir enfermedades venéreas a través de muñecas hinchables”.

La mayor parte de los varones nos despertamos por las mañanas, entre las sábanas, pegando tiros y con el amonal (explosivo) envolviendo el corazón. ¿Quién no ha intentado calar la red con música militar y lanza en ristre alguna vez antes de marcharse al trabajo?

Cada vez hay un mayor número de individuos que tienen a su pito y a su toto como presos incomunicados. La grave crisis económica está quitándole el “caballo y rey”, el bacalao al pil pil, a muchos chorvos y chorvas. Dichosa crisis.

Las parejas se degüellan y se dejan la lívido en el microondas con el cafelito de la mañana. Solo que algunos hombres y mujeres, mientras los demás han de escoger el craso camino de los enclenques –desempleo, impagos- se despiertan con el Arca de Noé repleta de dividendos y denarios, fabricando el decorado miserable de las urgencias. De nuestras urgencias.

Ellos, los políticos profesionales, los que ordeñan la aceituna a espuela, levantan a hombres y mujeres de la cama para darles tuna y desempleo, playazos sin tetas al aire y torundas de futboleo. Verbeneros todos. Canallas que funcionan con propina.

Los políticos nos han llevado al desorden para que cuadre su orden. El orden limpio y preciso de sus amos. Su orden es el candelabro de los bancos, los flequillos de la pasta gansa. El orden que imponen las legiones cuando el ciudadano salta a la calle para algo más que para brevar.

Así nos luce la cresta, nos da igual el naufragio mientras sea rubio y venga con palmito. ¿Para cuándo tiraremos a una zanja las ruedas sin herrar y tomaremos como ciudadanos avispados el lápiz grueso del carpintero y así dejar de buscar migas bajo las uñas?

Ahí voy: España es Kandi K con interferencias y sin horizontes. Es el juramento de amor de un marinero que ha roto la cadena de frío. Le han jodido los muelles de su quisquilla.

Todos les hemos pinchado las tetas en un callejón después de que la taquilla dejara de oler a rosa de mosqueta. La hemos vestido con ropa de altar, con fragatas y nubes de algodón. Todos le hemos arreado con extra de queso. España-Kandi, ¿quién te ha jodido?

España se nos muere como un campamento sin carroza. España es Kandi K en su versión de dobladillo. España se ha quedado como un condón pinchado y arrojado en Jarata. España, país favorito de los zorros que desgarran a los ambidiestros, de los políticos holgazanes y de los votos con sabañones, ha sido raptada por ese porno feísta, gorrino, del follar en calcetines.

El día que nos dé por inmovilizar a los índices de audiencia, a la moda del hierro y las redadas, soltaremos a los perros y se nos acabará la tontería. Porque esto tiene que acabarse por las bravas. No nos vale el número capicúa de PP-PSOE; no nos vale lamer un cuchillo de dos filos;, no nos valen ya sus empanadillas ni sus médicos de cabecera.

Los Mercados, esos mochuelos vigilantes y cabrones que viven de los nublados y de los libros de caballerías, nos obligan de mil formas a elegir entre la mierda y el mosquerío. No hay más. Y de lo que caga el culo, de ahí viene lo comido por el mulo.

Esto va de música, no de deposiciones. Música mañanera, que también es la del culo, que es la que despunta y te dice si el día es puteante o no. José Luis abusó de los pedales cuando tocaba el piano con los dientes y a Mariano le ha tocado el tormentón que cagaba Beethoven por los ojos.

A Mozart lo remató en su camita de ladrillo el desodorante de un canario y el country arroja al suicidio a miles de americanos. A los españoles nos mata Michel Teló y las ingles brasileñas de la infanta (por no mentar al Draculín consorte).

Esto es España. Nada de plan para la música y nada de genio para interpretarla. O sea, de música nada de nada, Borja Mari. Les pido que hagan un ejercicio de visualización, un travelling aéreo tipo Almodóvar. Comiencen a escuchar la canción de un tal Amadeo Minghi: “Los secretos del corazón”.

¿Listos? Comiencen a leer y a imaginar.

De tumba en tumba. De Macario a Monchito. Al cirujano Rajoy se le está quemando el sancta santorum de todo hospital: el quirófano. Cambie el bisturí por el ganchillo. Florentino sigue pagando 1 y los trabajadores, 23.

Dos de las películas porno que veía Alfonso XIII: Secretos de una casa y El Impotente. Una nota para el espeso Buffalo Bill, que no pulpea menos que los otros: ocioso resulta vislumbrar el advenimiento de una nueva República en esta España contusionada, magullada, cuando lo único que nos ofrecen sus defensores son los colores chillones mientras se les alegren las pajarillas.

La República es un concepto de hervor, de madurez, una esquina difícil de driblar, que mientras la actitud de los españoles sea la que es, tendrá la misma suerte que un matrimonio con Carmen de Mairena.

Buffalo Bill me parece ya destetado con suficiencia, no ha sabido estatuir ejemplo; dedica su tiempo libre a lo que su abuelo, a encuadernarse los calzoncillos y a darle tropo a las vedets.

Yo no quiero un jefe de Estado que se amontona con juglares y osos borrachos. Pero tampoco deseo para este país el lavavajillas republicano que pregonan algunos. Fundamentalmente, porque el Fairy les suena a chino.

¿Por qué? Sencillo: soy republicano sentimental que sabe poner lavadoras de color y de blanco. Y ellos, los presuntos, son los buscapiés, son las ranas que se quieren beber el estanque. Y por ahí no paso. Déjese de batidas, Buffalo Bill, déjese de matar urogallos metrosexuales y de jugar con mercancía robada (nuestro Estado).

Por desgracia, España está incapacitada para comer chistorra sin eructarle al vecino. San Pablo y Santiago se marchan en hidropedal al serrallo menos ruidoso: eminencias, saquen a los apóstoles de los cañones y arrímense a su pueblo, al pueblo de Dios, a aquel al que no han cesado de atizar con su carbón. Cristo no es Doña Rogelia, así que no le metan la mano por detrás y quítenle la permanente a su Iglesia.

Arrejúntense, por el amor de Dios, tengan hijos, sean caballeros templarios de discoteca. La vida puede ser maravillosa sin ser murciélago. Y "café olé, con shocolá", que dijera Sarkozy.

Mugrerío a granel, oiga usted. Nos roban los sheriffs del condado, los alguaciles y los delincuentes de poca monta a los que les fían ametralladoras en los juzgados y se comen de forma íntima al diablo.

La gentuza de medio queso, los mandriles de la grifa, entran en prisión como las crías de los tigres y en cuestión de pocas nieves salen algún sábado reburdeando como negros toros lombardos.

De vuelta al cubo de hormigón, con gimnasio, biblioteca y resucitación. Lástima que las leyes españolas no reserven para los trajinantes de toda condición unas buenas dosis de mercurio de agosto en terrenos pantanosos para que paguen la cuenta y dejen de ser fieras hechas a soplete.

Dedicado a los honrados comerciantes y ciudadanos a los que han asaltado y robado en los últimos tiempos. Mensaje para progres hipócritas.

A los políticos andaluces que estos días andan de negociaciones (nada que ver con negocios, espero). Como expresa Amadeo Minghi en su letra, "la distancia es un punto de unión". Déjense de joder a Kandi y pónganse de acuerdo todos para que salgamos de esta trampa. Y "todos" es "todos".


J. DELGADO-CHUMILLA
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