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¡Habla, Mariano, habla!

Reconozco que no está el patio tranquilo. Vuelve uno al trabajo después de los descansos navideños y en el hospital –hay que tener en cuenta que somos personal funcionario- sólo se escuchan voces maldiciendo las medidas del Gobierno que, una vez más –que ningún ministro se atreva a decirnos lo contrario-, inciden desfavorablemente sobre las clases medias y sobre el funcionariado.

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Esto es así porque el 60 por ciento de los pagos que el nuevo IRPF generará habrá de soportarlo la clase media española y porque los funcionarios habremos de aguantar una nueva reducción de salarios –sí, reducción- si tenemos en cuenta que se nos exige trabajar media hora más al día sin incremento alguno de las retribuciones.

Nos dicen que la situación es extrema y no lo dudo, pero también se nos dice que lo es porque el déficit previsto se ha visto incrementado en realidad en dos puntos, debido a la desviación presupuestaria de las Comunidades Autónomas.

La propia Soraya Sáenz de Santamaría manifestaba en rueda de prensa tras el Consejo de Ministros que, de no haberse producido tal desviación “imprevista”, el Gobierno no hubiese aprobado la subida de impuestos.

La cuestión está en la imprevisibilidad del desvío presupuestario de las Comunidades Autónomas cuando, desde junio del pasado año, están gobernadas en su mayoría por el propio Partido Popular, lo que debiera eliminar cualquier factor de sorpresa en este sentido, ya que sus cuentas debían ser bien conocidas por el equipo económico de los populares.

Se establece, por tanto, una situación que, al menos, hemos de denominar como "extraña", según la cual, en campaña electoral se afirma por activa y pasiva que no habrá subida de impuestos y sólo un mes después se procede a dicho incremento con el argumento del desconocimiento de unas cuentas autonómicas que debieran ser conocidas por el actual Gobierno.

Es cierto que los españoles votamos mayoritariamente al PP -yo entre ellos- pero no lo es menos que aún a pesar de la escasa concreción de medidas de la que hizo gala en campaña Mariano Rajoy, debieran al menos haberse respetado los escasos compromisos adquiridos.

Comprendo que afirmar que se subirían los impuestos pudiera haber tenido algún coste electoral, pero es que ahora lo tiene moral y la reacción de la ciudadanía ya no cuenta, hasta dentro de cuatro años, con el cauce de las urnas para ser expresada, lo que puede provocar reacciones inesperadas.

De ahí que ya que ha sido el propio presidente del Gobierno quien ha asumido en primera persona la coordinación del equipo económico del Ejecutivo, es hora de que afronte directamente la responsabilidad de explicar al país las medidas que se han tomado y se pretenden tomar en el futuro, al mismo tiempo de darnos las razones por las cuales el Gobierno entiende que tales medidas ayudarán no ya a nivelar las cuentas del Estado, sino, lo que más nos preocupa, a reactivar nuestra economía y la creación de empleo, aspectos, estos últimos, que parecen imposibles de conseguir si se gravan aún más las economías familiares, reduciéndose el consumo.

No es bueno que los ministros de Economía, de Hacienda o de Interior discrepen sobre la cifra del déficit, que es precisamente la que ha servido para justificar tan impopulares medidas. Llegados a esta situación no puedo sino elevar coloquialmente esta propuesta: ¡habla, Mariano, habla!

ENRIQUE BELLIDO
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