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El naufragio

En los naufragios parece que está muy bien pero, en política, aquello de "las mujeres y los niños primero", no gusta al histórico Alfonso Guerra que, por otra parte, con toda seguridad, es el más prediluviano de nuestros parlamentarios. Así lo ha manifestado en una entrevista en la Cadena SER en la que, ante el debate sucesorio en el PSOE, ha demandado que la elección se establezca en base a escoger a los mejores y no por la juventud o rango femenino de los aspirantes.

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El planteamiento me parece correcto si Guerra, en sus muchos años de poder en el socialismo español -algo de éste le debe quedar o algún miedo debe infundir cuando sigue de diputado-, hubiese respetado la máxima. Todos sabemos que no fue así y que como número dos del PSOE aplicó a rajatabla la regla del embudo, por el que pasaban no los mejores sino aquellos que se doblegaban a sus pretensiones.

En todo caso, sí que es cierto que la elección de quien dirija en los próximos años el destino de los socialistas, además de realizarse entre los 110 diputados que la formación ha conseguido en las últimas elecciones -no puede ser de otra forma porque, como sucediera con Hernández Mancha en el PP, estar ausente del Congreso representa un handicap insuperable-, debiera basar sus argumentos en la solidez y en la proyección política del elegido, por encima de la tan cacareada renovación por razón de edad, que tan nefastos resultados trae a veces -fijémonos en Rodríguez Zapatero, que ordeñó las vacas gordas que otros le dejaron pero no supo qué hacer con ellas cuando éstas se le volvieron flacas-, y de sexismos que, al final, terminan por ser excluyentes en una u otra dirección.

No es Alfonso Guerra quien mayor fuerza moral atesora para hacer esta proclama, pero es que mucho me temo que de quienes dirigen en la actualidad el PSOE y de sus barones, no serán mayoría los que puedan apuntarse a ella si atendemos a su pasado. De ahí que la opción de Primarias, con nulo eco en el Comité Federal socialista, hubiese sido la más interesante, con la limitación, ya digo, de que los aspirantes debieran ostentar el cargo de diputado nacional.

También llevaba su parte de razón Guerra cuando, al referirse a las posibilidades de Carme Chacón para hacerse con la Secretaría General, aquél afirmaba que, en su contra, juega el que siempre haya considerado al PSC como un partido distinto, lo que no es lejano a la realidad ya que en el Senado los socialistas catalanes constituyen un Grupo Parlamentario propio y diferenciado, junto a Iniciativa por Cataluña (Verdes) y Ezquerra Republicana de Cataluña.

Y puestos a darle la razón a Alfonso Guerra -les juro que ni me gusta su fondo y mucho menos su estilo- no se equivocaba cuando aludía al vacío que la dirección del partido protagonizó la noche electoral, no dando la cara en la sede ante militantes y votantes. La derrota, es la realidad, no era la de Alfredo Pérez Rubalcaba, sino la de todo un Gobierno, la de toda una dirección y todo un partido que lo sustentaba.

Lo políticamente honesto y decoroso hubiese sido entonar solidariamente el mea culpa, aunque estaba claro que muchos pensaban ya en la sucesión de Zapatero, intentando no contaminarse con la imagen de la derrota y, este último, en no añadir un borrón más a su carrera política.

De todas formas, y al margen ya de las declaraciones de Guerra, lo que sí parece lógico es que quien dé la réplica a Rajoy en el pleno de investidura sea Pérez Rubalcaba, su opositor en las urnas, dado que designar a alguien distinto conllevaría ya la apuesta por este alguien para la Secretaria General socialista, lo que parece inadecuado si en febrero del año próximo el PSOE tiene previsto celebrar su Congreso.

Diferente es que Rubalcaba hubiese tomado la decisión de dimitir tras los malos resultados obtenidos, como en su día lo hiciese Joaquín Almunia, algo que está visto que no va a suceder.

Son los propios socialistas quienes tienen en sus manos el futuro de su formación política y quienes habrán de acertar con la decisión final que adopten, aunque mucho me temo que se estén enfrentando a un "sálvese quien pueda" que permite poco margen para llevar a cabo ordenadamente el trasiego a una nueva nave sin vías de agua como las que presenta el actual PSOE.

Puede que no se dé preferencia ni a mujeres ni a niños, pero no tengo tan seguro que sean los mejores quienes tengan la opción de hacerse con el nuevo timón. El tiempo dirá...
ENRIQUE BELLIDO
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