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Cambio 'ni-ni' por licenciado en paro

El porcentaje juvenil de desempleo en España se sitúa por encima del 40 por ciento, frente al promedio europeo que ronda el 20,5 por ciento. En España, uno de cada dos jóvenes no tiene empleo. Dentro de esta tendencia, el paro juvenil, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), ha vuelto a aumentar entre abril y junio de 2011, hasta marcar un nuevo récord del 46,12 por ciento.

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Por otro lado, Austria, Alemania y los Países Bajos poseen una reducida tasa de paro juvenil y aparecen como “modelo de formación profesional” que funciona y permite integrar a los jóvenes en el mercado laboral. Los planes educativos de dichos países parten de la realidad. De ello hablaremos próximamente. ¿Formación Profesional? ¡No gracias!

Estamos, según voces autorizadas, ante el fantasma de una generación perdida para el empleo debido al incremento del persistente paro juvenil durante la crisis. Así lo puso de manifiesto en mayo de 2011 el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su informe sobre la economía europea. Una generación de jóvenes son mucha gente. Antes de la crisis ya se hablaba en los medios de la “generación colchón”.

Si es cierto, como apunta la prensa, que la crisis ha permitido que disminuya el número de los llamados jóvenes “ni-ni”, no es menos cierto que ello no ha sido gracias a que se haya generado trabajo que, poco a poco, permita reducir esa monstruosa cantidad de millones (¿5 quizás?) de parados. El problema-solución lamentablemente es otro.

“La crisis genera menos 'ni-ni' y más estudiantes”. A esos colectivos de jóvenes ni-ni se les está desviando hacia las aulas a estudiar otra carrera, otro máster, una diplomatura más. Es cierto que tenemos una cantidad considerable de jóvenes muy bien preparados, con un alto dominio de idiomas y un buen bagaje académico, pero ¡no tienen trabajo!

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) recomienda a los gobiernos que no dejen de invertir en educación y que generen políticas de inserción laboral para los jóvenes puesto que ellos son el motor del desarrollo. "Desaprovechar este potencial es un desperdicio económico que puede menoscabar la estabilidad social", concluye el informe. Así, si los enviamos de vuelta a la universidad, estadísticamente no aumenta el paro. ¿Una engañifa más por parte del sistema socio-político? Me temo que así es.

Dice la prensa que los jóvenes continúan independizándose a pesar de la persistente recesión económica y de las desoladoras cifras de desempleo. Y mis preguntas son muy terrenales: ¿quién los mantiene? ¿De qué comen? ¿Quién paga el alquiler? En la mayoría de los casos son becarios de pensionistas. ¡Y que duren los pensionistas!

Y como no hay otro remedio, dependen de sus “queridos viejos”, muchos de ellos al borde de una pensión cuanto menos congelada o quizás, en poco tiempo, esquilmada. El nivel de vida sube y el poder adquisitivo de la pensión se reduce y en el ínterin nuestros ¿queridos? políticos en la inopia, o más bien habría que decir que están en su “oasis particular”, frente al desierto general.

Ante la creencia popular de una generación joven despreocupada y apática, la mayoría de los jóvenes sí lucha por su futuro. Como paradigma tenemos el movimiento del 15-M. Su popularidad está directamente conectada con el malestar que sentimos muchos ciudadanos españoles contra la clase política, la situación económica, el despilfarro y un furibundo capitalismo, yo diría que "casi asesino", que nos están ahogando.

Y que conste que el movimiento nacido del 15-M ha empezado a derrapar hacia “el todo vale” en algunas cuestiones. Tenemos unas leyes que hay que cumplir mientras estén vigentes. Una democracia no puede ser raptada por ningún grupo o tendencia social.

Pero no es menos cierto que hay un alto porcentaje de esos jóvenes que la universidad no ha pasado por ellos, pese a que puede que tengan varias carreras. ¿Motivo? Estaban matriculados en la universidad, lo cual no significa que fueran a clase y estudiaran.

Si los bares universitarios y de las cercanías hablaran, tendrían mucho que decir. Horas y horas jugando a las cartas, por ejemplo. Este dato no me lo invento, ni me lo ha contado un pajarito. Los Erasmus del resto de Europa dan testimonio de lo bien que se lo pasan en España. A la consabida hospitalidad de nuestro pueblo se une una situación de fiesta, que en las ciudades universitarias empieza la noche del jueves.

La pregunta de rigor es simple: ¿cómo han conseguido nuestros jóvenes el título universitario? Trampeando. Presentándose reiteradamente a una materia. ¡Quien la sigue la consigue! Qué duda cabe de que no se puede generalizar. Hay muchos jóvenes universitarios que sacan sus títulos limpios de repeticiones. Pero ese no es el patrón general, lamentablemente.

En los últimos años, el nivel académico ha descendido bastante. Hace ya unos lustros hablábamos de la “egeibezación” del Bachillerato, la progresiva y constante bajada de niveles, que se ha agudizado últimamente y de cómo nuestro alumnado abandonaba el instituto sabiendo cada vez menos. Ese panorama también llegó a la universidad y, si a ello se añade las pocas salidas laborales, pues, ¡éramos pocos y parió la abuela!

Y ahora esos jóvenes desocupados o con pocas expectativas de trabajo, están volviendo de nuevo a la universidad. Desde el inicio de la crisis hasta la actualidad el número de estudiantes ha crecido en un 8,5 por ciento. En la crisis estamos sumergidos desde hace casi un lustro. ¡Y lo que te rondaré, morena!

Se pretende aumentar el periodo de instrucción para impedir la llegada de más jóvenes a un mercado laboral empobrecido en sí mismo. El paro es la lacra del momento en que vivimos. Recordemos que "instrucción" no es igual a "educación". La educación nos debe enseñar a ver para adquirir sensibilidad ante el mundo que nos rodea. La educación sin sensibilidad hace raquíticas nuestras habilidades.
PEPE CANTILLO
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