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De diputaciones y otras fruslerías

Puede que para algunos lectores esté resultando un poco cansino mi decisión de dedicar muchos de mis artículos de Desde el Llanete de la Cruz a la lacra derrochadora que nos corroe desde los organismos públicos. Esta segunda quincena de agosto está resultando prolífera en ese sentido. Honradamente pienso que no podemos echar en saco roto tanto despilfarro. La información que uso para elaborar estas reflexiobes sale de la prensa nacional y de artículos de Internet ad hoc.

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España es el país de la sangría. No hago alusión a la apetitosa y refrescante bebida veraniega; más bien me refiero a la sangría dineraria que está debilitando el tesoro público y que, si no se pone remedio, terminará con el ya débil cuerpo de España.

Diputaciones, televisiones autonómicas, empresas públicas que han crecido como setas -¡venenosas!-, móviles de políticos, coches oficiales -ya tratamos este tema- y otras menudencias como tarjetas bancarias para gastos de representación, suntuosas recepciones, etcétera, etcétera, etcétera. Todo ello representa la verdadera sangría de nuestra economía. ¡Viva Jauja!

Estos días está en constante primera plana el tema de las diputaciones: diputaciones sí, diputaciones no. Si echamos un vistazo al mapa político surgido de las pasadas elecciones municipales de 2011, el PP manda en 29 diputaciones; el PSOE en 6; CIU en 4; y PNV y Bildu en una. Al PP no le interesa en absoluto suprimirlas, por razones obvias y así lo ha manifestado. ¿La razón política al servicio del pueblo? ¡Magnífico, números cantan!

En las elecciones de 2007, el reparto era el siguiente: el PP dominaba 17; el PSOE, 19; CIU, 3; y PNV, 2. Con esta distribución, ninguno de los partidos se planteaba en aquel momento la supresión o no de dichos organismos. Sólo Jordi Sevilla, ministro de Administraciones Públicas, propuso suprimirlas y encontró la oposición de Pérez Rubalcaba. ¿No era momento oportuno para ello? ¿Las uvas aún no estaban maduras?

Con este panorama es normal que haya opiniones encontradas, básicamente en los dos partidos mayoritarios. ¿Ha llegado la coyuntura para hacer cambios y/o supresiones? Siempre los intereses partidistas pueden sobre la realidad. Pero en fin ¡más vale tarde que nunca! ¡Basta ya de engañifas señores del PP y del PSOE!

¿Realmente las diputaciones no sirven para nada? ¿Hay que suprimirlas totalmente? ¿Sería mejor reformarlas y adaptarlas a las nuevas necesidades? Lo único que parece claro es que manejan una gruesa cantidad de dinero, 22.000 millones de euros; que tienen una deuda de algo más de 6.000 millones; y que son una pequeña cueva en la que esconder a muchos militantes: actualmente hay más de 1.000 diputados.

¿El candidato socialista es un funanbulista solitario al proponer la supresión de las diputaciones? ¿Es verdad que suprimir estos entes supondría un ahorro de más de mil millones de euros? Si eso es cierto, ¿por qué han tardado tanto en proponer una reforma de este tipo? La crisis sigue haciendo estragos en las economías más débiles.

La propuesta de suprimir las diputaciones provinciales ha creado dos corrientes de opinión opuestas en el PSOE. Griñán defiende el papel de estos organismos: “la Diputación debe ser una gran mancomunidad o un ayuntamiento de ayuntamientos, como se ha definido alguna vez”. Blanco, declaró que estas son instituciones del siglo XIX cuyas funciones podrían ser gestionadas por órganos mancomunados.

El PP ha cerrado filas defendiendo la continuidad de las diputaciones “porque están reconocidas en el artículo 141 de la Constitución”. ¿Solo les mueve la defensa de la Constitución, que es un edificio básico e importante, pero con goteras? Me temo que no.

Otra de Jaimito. Las 13 cadenas autonómicas de televisión, se comieron en 2010 un suculento presupuesto de 1.860 millones de euros. Canal Sur, por ejemplo, cuesta unos 232 millones. El conjunto de teles autonómicas acumulan una deuda de más de 1.600 millones de euros. Congelar las pensiones durante un año va a suponer un ahorro de 1.500 millones de euros. ¡Sin comentario!

Eso sí, las autonomías no tienen dinero para pagar a proveedores o para ayudar a la gente que carece de lo necesario y sí que lo tienen para financiar la bolsa sin fondo de sus televisiones, todas ellas ad maiorem hominis gloriam (parafraseo el lema jesuítico que los gobiernos autonómicos han sabido utilizar hábilmente). Para dar de comer a los pobres, pienso que dirán ellos, "ya están algunas organizaciones humanitarias".

Las empresas públicas son otro agujero negro en las arcas del Estado. Actualmente, el número de empresas públicas está cercano a las 4.000, con una deuda que ronda los 52.000 millones de euros. Eso sí, son un magnífica cancha para darle juego a un cúmulo amplio de enchufes. La amistad y los compromisos tienen prioridad absoluta. ¡Échale guindas al pavo que…!

Hay en circulación unos 340.000 teléfonos móviles de última generación, pagados con dinero público, cuyo coste es astronómico. Teléfonos que son imposibles de controlar y que se da la linda circunstancia de que muchos de ellos no se devuelven al terminar el mandato (noticia dada en La 1 de TVE). Sólo los que se utilizan en la Administración central tienen un coste de 108 millones de euros, según datos de prensa. ¡Para echarse a llorar!

Es hora de dar tijeretazo al despilfarro que existe en los entes públicos (ya sea estatal, autonómico, municipal o de las diputaciones). ¿Quién le pondrá el cascabel al gato? ¿El PP si gana las elecciones de noviembre? Tengo serias dudas. El PSOE ha tenido tiempo para hacerlo pero...
PEPE CANTILLO
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