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¿Alcalde o ministro?

Un confidencial, generalmente bien informado, recogía estos días el comentario que Alberto Ruiz-Gallardón hacía en círculos privados según el cual no iba a contentarse con cualquier ministerio en el caso de que el Partido Popular ganase las próximas elecciones generales, lo cual, al dia de la fecha, es muy probable.

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Por lo que yo sé, y seguro que ustedes igual que yo, Ruiz-Gallardón se enfrentará al socialista Lissavetzky -les juro que me he ido a Google a ver como se deletreaba su apellido- a fin de renovar la Alcaldía de la capital de España, lo que ocurrirá el próximo 22 de mayo.

Si se cumplen los tiempos y Rodríguez Zapatero decide no adelantar las elecciones, allá por marzo del año próximo éstas habrían de celebrarse y en mayo estar constituído el nuevo Gobierno de la nación.

Si, del mismo modo, las encuestas aciertan, le corresponderá a Mariano Rajoy formar Gobierno, encontrándose en ese momento con la tesitura de que el muy probable alcalde de Madrid -así lo aventuran también las encuestas- lleva tiempo postulándose para ser ministro, todo hay que decirlo, con más méritos y elecciones ganadas que otros que en la etapa de Aznar lo fueron.

¿Qué hacer? -se preguntará Rajoy-. Pues soy de los que piensan que en casos como éste, lo haga como lo haga, el resultado no será del todo satisfactorio.
Si decide darle un ministerio, sea el que sea, no importa la cualidad o calidad del mismo, estaría retirándolo de la Alcaldía y colaborando, con ello, a que su candidatura hubiese sido un fraude electoral, ya que los madrileños lo eligieron para gestionar sus intereses cuatro años y Gallardón, a sabiendas de lo que podía suceder, aceptó el compromiso.

Curiosamente sería Ana Botella, segunda en la lista electoral, quien con gran probabilidad se haría con el bastón municipal. En caso de que Mariano Rajoy se negase a otorgarle el beneficio ministerial, no me cabe la menor duda de que asistiríamos a un enfrentamiento interno que no sé si se haría público en la calle, pero que de seguro generaría un clima de conflictividad que no resultaría nada cómodo para el PP.

¿Cómo actuar en casos como éste? Una cosa es evidente: quien tiene en su mano la competencia para designar o no ministros no es otro que el presidente del Gobierno. Por otra parte, resulta legítimo que cualquier político aspire a ese cargo, máxime cuando se cuenta con la preparación -todo hay que decirlo- que atesora Ruiz-Gallardón.

Un inciso. Al escribir esto recuerdo con qué facilidad hablan los políticos de limitar mandatos y cómo hay muchos de ellos, de unos y de otros partidos, que llevan en política prácticamente toda su vida activa.

Existe un tercer elemento. Entendiendo que puedan darse circunstancias extraordinarias, fundamentalmente de carácter personal, que impidan al cargo público culminar su mandato, parece que debiera representar un principio ético que quien aspire a un cargo culmine el compromiso, no solo de programa sino también en el tiempo, que adquiere con la ciudadanía.

Pues bien, en base a ello, si lo que Gallardón anhela -ya lo digo, legítimamente- es alcanzar un ministerio, debería simplemente hablarlo con Rajoy, conocer si éste cuenta con él y, en función de ello, optar o no a la Alcaldía de Madrid.

Reconozco que Ruiz-Gallardón es un buen cartel electoral para la capital, pero no podemos supeditar la decisión de la población a los intereses personales o de partido, cayendo en el fraude de un engaño -que es cierto que no sería tampoco la primera vez que se produce, y del que en la ciudad de Córdoba hemos tenido alguna experiencia reciente con la exalcaldesa, Rosa Aguilar-.

Si Gallardón es elegido alcalde de Madrid lo será porque los ciudadanos lo votan para cuatro años de mandato y él acepta ese compromiso. Todo lo que pudiese ser salirse de esas coordenadas en nada beneficiaría a la imagen de la política y de los partidos.

No cabe, por tanto, mantener, aunque sea en privado, ese tipo de anhelos, cuando uno pone su credibilidad personal en un objetivo de tanto calado como es seguir gobernando el Ayuntamiento de Madrid. No cabe, porque si cunde el comentario entre la población, tal vez sean los propios madrileños quienes decidan cambiar de alcalde y darle la opción a ser ministro, eso sí, si Mariano Rajoy gana las elecciones y lo quiere en su gabinete.
ENRIQUE BELLIDO
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