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La política: un arte abstracto

Resulta curioso leer los artículos de opinión de dos periodistas de los denominados como "prestigiosos", Melchor Miralles y Antonio Casado -el primero de afiliación liberal y Casado, más inclinado al socialismo-, en referencia a la visita que la canciller alemana, Angela Merkel, realizara a nuestro país por espacio de seis horas. Dos artículos en los que se deslizaba, fundamentalmente, quiénes eran los ganadores y los perdedores en el marco político nacional: Zapatero o Rajoy.

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Mientras que para Casado la representante alemana dio un espaldarazo a las reformas económicas y sociales llevadas a cabo por los socialistas, para Miralles, la Merkel no siguió sino estrictamente el guión que desde el Partido Popular se le habia indicado, tranquilizando a los mercados internacionales con el apoyo a las reformas adoptadas, pero sin dar excesivo protagonismo en ellas al Gobierno, motivo por el que utilizó preferentemente la palabra "España".

Tal diferencia de matices, que se hace pública en un mismo medio periodístico, no representa sino la controversia que en los niveles políticos del país se está viviendo en cuanto a cómo afrontar electoralmente una situación de profundos cambios que desde Europa se nos exigen y que, evidentemente, pueden tener un coste en las urnas.

Por una parte, los recortes económicos y sociales que se están aplicando no pueden tener, de ninguna forma, buena acogida entre la población, a no ser que aquéllos se vean respaldados por nuestros socios europeos, por los agentes sociales y, muy importante, por los partidos de la oposición, dado que sus efectos, en cuanto a la creación de empleo fundamentalmente, no van a tener un carácter inmediato.

Fracia y Alemania, actuales motores de la Unión Europea, parece que los apoyan, si bien desde gobiernos de centro-derecha que mantienen compromisos internacionales con el Partido Popular. Los agentes sociales, patronal y sindicatos, acaban de llegar a un acuerdo con el Gobierno, si bien en un reducido número de medidas, lo que ofrece a Rodríguez Zapatero un poco más de aire fresco. Queda el apoyo de la oposición, y ahí es donde se establece ciertamente la controversia.

Si Rajoy apoya abiertamente las medidas tomadas por el Ejecutivo, sabe que se enfrenta, por una parte, a la patrimonialización que los socialistas harían de esa "conversión" y, por otra, a la pérdida de discurso propio cuando estamos a un año de elecciones generales.

Pero si no lo hace, también conoce el líder de los populares que entraría en una dinámica de confrontación de difícil explicación, máxime cuando personajes de su entorno ideológico como Merkel o Sarkozy han dado el visto bueno a las mismas.

No debe ser cómodo el escenario político en el que se muevan los dirigentes españoles. El socialista, porque sin crearse empleo ni riqueza tiene que seguir aplicando la vara de las medidas correctoras, que van dejando huella en la población por mucho que las secunden el empresariado y los sindicatos. El popular, porque necesita ratificarse como alternativa y para ello habrá de realizar propuestas que, en muchos casos, tendrán que ir en la línea de las adoptadas por el Gobierno.

Sería mucho más cómodo para el PP un adelanto electoral, como insistentemente se viene solicitando. Sin embargo, la estrategia del PSOE es evidente que no va por ahí, intentando agotar la Legislatura bajo el planteamiento de esperar a que por fin afloren algunos "brotes verdes" que justifiquen ante los electores sus medidas, a la vez que procurando dejar en evidencia a los populares, en base a su indefinición, lo que les puede conllevar un cierto coste electoral.

El ciudadano lo que realmente desea es que España salga de la crisis y para ello no entiende que no se produzca una unidad de criterio entre nuestras fuerzas políticas una vez que Europa nos ha establecido el camino a seguir.

Por ello los encajes de bolillo que me imagino que los "fontaneros" del PP habrán debido hacer para coordinar sus intereses electorales con la visita de Angela Markel, y las campañas al vuelo que los voceros del PSOE han lanzado congratulándose de los apoyos recibidos. La política, no lo duden, es un arte. Eso sí, un arte, con mucha frecuencia, de lo más abstracto.
ENRIQUE BELLIDO
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