Montilla Digital se hace eco en su Buzón del Lector de un escrito de agradecimiento dirigido a la Asociación Española contra el Cáncer (AECC). Si desea participar en esta sección, puede enviar un correo electrónico a montilladigital@gmail.com exponiendo su queja, comentario o sugerencia. Si lo desea, puede acompañarla también de alguna fotografía.
El motivo de estas líneas no es otro que el de mostrar mi agradecimiento y el de toda mi familia a la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) por la extraordinaria labor que desarrollan a lo largo del año.
Mi primer contacto con la asociación tuvo lugar en el Hospital Provincial de Córdoba, después de operarme de un cáncer de mama. Durante mi estancia en el centro sanitario, se presentaron dos voluntarias de la AECC para narrarnos su experiencia como enfermas de cáncer de mama y la forma en que habían logrado superarlo. Sin duda, ésta fue la mejor medicina de esperanza que me pudieron ofrecer en mucho tiempo.
Cuando recibes la noticia de que tienes cáncer no sabes muy bien a lo que te enfrentas. Por eso, necesitas el respaldo de personas cualificadas y de pacientes que han pasado por tu misma situación.
En mi caso, lo que buscaba en la Asociación era información, apoyo y asistencia de especialistas, como psicólogos y fisioterapeutas. Y, sin duda, lo encontré. Pero debe ser el enfermo el que debe dar el primer paso: ser valiente y pedir ayuda. Y sí, digo "valiente" porque la palabra "cáncer" causa miedo -o, tal vez, vergüenza, aunque esto es algo que ni se compra ni se vende-.
Al principio iba a Córdoba cada 15 días para hablar con la psicóloga, hasta que mejoré. Al poco tiempo pedí cita con el fisioterapeuta y me estuvo valorando el brazo, además de darme algunos consejos para evitar el linfedema, que es un edema que se produce por la obstrucción en los canales linfáticos.
Lo cierto es que han pasado más de cinco años de mi intervención y no he tenido ningún problema con el brazo, gracias también a la tabla de ejercicios que me facilitaron en el hospital. No obstante, todos los años me llaman para una revisión.
Terapias en grupo, interesantes conferencias, talleres participativos y un sinfín de ayudas que ofrece la AECC sin exigir absolutamente nada a cambio. Creo no exagerar si digo que los miembros de esta asociación se desviven desde el primer minuto por el enfermo y por sus familias.
Por todo ello, quise hacerme socia, lo que me ha permitido seguir recibiendo información puntual de los avances médicos y científicos sobre esta enfermedad. Evidentemente, después de haber vivido esta experiencia me gusta estar informada y la AECC ofrece datos sobre la enfermedad y consejos para su prevención o para su diagnostico precoz.
Hay que tener en cuenta que la medicina ha avanzado mucho en esta enfermedad y, hoy por hoy, se cura de por vida en muchos casos. No obstante, hay que seguir luchando y colaborando económicamente para que estas investigaciones se sigan desarrollando y algún día no muy lejano esta enfermedad se cure por completo.
No quisiera terminar estas líneas sin mostrar mi más sincero agradecimiento hacia la AECC, por ese regalo de esperanza y solidaridad que siembran cada día gracias al trabajo desinteresado de miles de voluntarios, socios y empresas colaboradoras sin cuyo compromiso no sería posible el avance en nuevas investigaciones.
Y, cómo no, también quiero dar las gracias a mis familiares, amigos y compañeros de trabajo por el apoyo incondicional que me ofrecieron, así como al equipo de Oncología del Hospital Provincial de Córdoba y a mi médico, D. Ignacio Porras Quintela, por su profesionalidad, humanidad y simpatía.
El motivo de estas líneas no es otro que el de mostrar mi agradecimiento y el de toda mi familia a la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) por la extraordinaria labor que desarrollan a lo largo del año.
Mi primer contacto con la asociación tuvo lugar en el Hospital Provincial de Córdoba, después de operarme de un cáncer de mama. Durante mi estancia en el centro sanitario, se presentaron dos voluntarias de la AECC para narrarnos su experiencia como enfermas de cáncer de mama y la forma en que habían logrado superarlo. Sin duda, ésta fue la mejor medicina de esperanza que me pudieron ofrecer en mucho tiempo.
Cuando recibes la noticia de que tienes cáncer no sabes muy bien a lo que te enfrentas. Por eso, necesitas el respaldo de personas cualificadas y de pacientes que han pasado por tu misma situación.
En mi caso, lo que buscaba en la Asociación era información, apoyo y asistencia de especialistas, como psicólogos y fisioterapeutas. Y, sin duda, lo encontré. Pero debe ser el enfermo el que debe dar el primer paso: ser valiente y pedir ayuda. Y sí, digo "valiente" porque la palabra "cáncer" causa miedo -o, tal vez, vergüenza, aunque esto es algo que ni se compra ni se vende-.
Al principio iba a Córdoba cada 15 días para hablar con la psicóloga, hasta que mejoré. Al poco tiempo pedí cita con el fisioterapeuta y me estuvo valorando el brazo, además de darme algunos consejos para evitar el linfedema, que es un edema que se produce por la obstrucción en los canales linfáticos.
Lo cierto es que han pasado más de cinco años de mi intervención y no he tenido ningún problema con el brazo, gracias también a la tabla de ejercicios que me facilitaron en el hospital. No obstante, todos los años me llaman para una revisión.
Terapias en grupo, interesantes conferencias, talleres participativos y un sinfín de ayudas que ofrece la AECC sin exigir absolutamente nada a cambio. Creo no exagerar si digo que los miembros de esta asociación se desviven desde el primer minuto por el enfermo y por sus familias.
Por todo ello, quise hacerme socia, lo que me ha permitido seguir recibiendo información puntual de los avances médicos y científicos sobre esta enfermedad. Evidentemente, después de haber vivido esta experiencia me gusta estar informada y la AECC ofrece datos sobre la enfermedad y consejos para su prevención o para su diagnostico precoz.
Hay que tener en cuenta que la medicina ha avanzado mucho en esta enfermedad y, hoy por hoy, se cura de por vida en muchos casos. No obstante, hay que seguir luchando y colaborando económicamente para que estas investigaciones se sigan desarrollando y algún día no muy lejano esta enfermedad se cure por completo.
No quisiera terminar estas líneas sin mostrar mi más sincero agradecimiento hacia la AECC, por ese regalo de esperanza y solidaridad que siembran cada día gracias al trabajo desinteresado de miles de voluntarios, socios y empresas colaboradoras sin cuyo compromiso no sería posible el avance en nuevas investigaciones.
Y, cómo no, también quiero dar las gracias a mis familiares, amigos y compañeros de trabajo por el apoyo incondicional que me ofrecieron, así como al equipo de Oncología del Hospital Provincial de Córdoba y a mi médico, D. Ignacio Porras Quintela, por su profesionalidad, humanidad y simpatía.
TERESA PORTERO BELLIDO
