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El mercadeo y la credibilidad

Está visto que no hay manera. Esta política de ahora sí, ahora no es uno de los factores que más daño está haciendo a la economía patria. Mientras en Alemania la gente tiene absolutamente claro qué ocurre y qué va a ocurrir, aquí no hay forma de saber si lo de hoy vale para mañana, si lo de mañana para pasado, si lo de pasado para hoy.

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El presidente Zapatero, acobardado e insomne por el temor a otra huelga general, ha dado marcha atrás en la ya originalmente insuficiente y mala reforma laboral, a cambio del placet de los sindicatos a su ampliación de la edad de jubilación. No es que la reforma –laboral- fuera gran cosa, pero al menos empezaba a acercarse a un tipo de mentalidad prácticamente inexistente en este país de protestones y empresarios y trabajadores ineficientes.

Ahora, como Toxo y Méndez tienen que justificarse –un castizo diría "salvar el culo"- ante sus afililiados y ante la opinión pública general, amenazan en plan chusco y barriobajero al Gobierno con organizar otra jornada de vacaciones pagadas a los delegados sindicales de pacotilla, navaja raja-ruedas y cadenas de acero con candado, definición subyacente al concepto de huelga general en España.

Zapatero, como teme al sindicalista más que un niño de los años cuarenta –del pasado siglo- a una vara de mimbre, les ofrece el mercadeo. El cambalache indecente de cambiar gatos por liebres, traducido en este caso a endurecer las posibilidades de las empresas para despedir trabajadores en caso de pérdidas económicas a cambio de que los sindicatos acepten los famosos sesentaysiete.

Los sindicatos, por su parte, haciendo gala de una honestidad y coherencia ya demostradas a lo largo de su existencia, consideran que ya no hay huelga general porque hay una “negociación en marcha”. O sea, que entran al trapo y aceptan el trueque; incluso aunque hace no más de un par de días, alertaran de que la edad de jubilación es innegociable, que los sesentaysiete son una barbaridad y que –poco menos- habrá que pasar por encima de sus cadáveres para aprobar esa medida.

Lo peor no es que los problemas estructurales de la economía vayan a seguir sin resolverse. Lo peor es que aquí ya no hay quien crea nada. Ni a Zapatero, ni a Méndez, ni a Toxo, ni al sursum corda. Si hoy regulo y mañana desregulo, si hoy digo sí y mañana digo quizás y pasado digo no… ¿con qué me quedo? ¿Qué decisiones de inversión, de proyecto a largo o medio o incluso corto plazo puedo, debo tomar? ¿Cuál va a ser el escenario en que tenga que moverme dentro de treinta, sesenta o noventa días?

Así no tenemos arreglo, ni aunque Angela Merkel quiera hacernos el favor de llevarse unos cuantos miles de paisanos para reducir los numerillos del INEM. Y aún peor, estaremos así hasta que lleguen las elecciones municipales, con independencia del resultado de éstas, hasta que lleguen las generales. Y aún entonces… ¿los nuevos serán iguales, peores o mejores? ¿Serán gente seria, o volveremos a estar gobernados por chusma?
MARIO J. HURTADO
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