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Crónica del Día de la Constitución

Ayer estuve viendo en directo el acto que se celebró en el Congreso de los Diputados con motivo del Día de la Constitución. Creo que no dejé de asistir al mismo en ninguno de los once años en los que ejercí mi cargo de senador, por el respeto que me merecía conmemorar la Ley que marcaba el inicio del diálogo y la reconciliación entre las Españas -la de izquierdas y la de derechas; la nacional y la nacionalista; la del capital y la obrera-.

FOTO: EFE ® AD ENTERTAINMENTS ||| PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN

Era un acto en el que procuraba no hacer corros, sino moverme de un lado hacia otro eludiendo que la conversación se monopolizara entre propios para buscar el encuentro con otros sectores políticos y sociales.

Eran diálogos informales que, a lo sumo, recogían los últimos acontecimientos de actualidad, en un clima ciertamente distendido al que, además, animaba la cercanía de las fiestas navideñas y el final de un periodo de sesiones marcado por el debate de Presupuestos.

Por ello puede que haya observado con un cierto criterio crítico los distintos movimientos que la transmisión de RTVE ofreció ayer a los espectadores y he querido hacerles llegar mis opiniones sobre el mismo.

En la carpa desde la que se accedía al vestíbulo del Congreso se habían instalado unos micrófonos para que los líderes políticos ofrecieran algunas declaraciones. La primera de ellas fue la de José Antonio Alonso, que se limitó a valorar institucionalmente lo que la Constitución había supuesto en sus 32 años de vigencia, dejando otros asuntos para la opinión del Gobierno.

Habló después el portavoz de IU, Gaspar Llamazares, para resaltar el ataque a la Constitución que representaba la proclamación del estado de alarma y la militarización de los controladores aéreos, opinión en la que coinciden destacados juristas constitucionalistas dado que la Carta Magna sólo recoge los estados de excepcion y de sitio como motivos para la militarización de la población civil.

Intervino, a continuación, el presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, dejando en evidencia a los medios de comunicación en cuanto a sus intereses, ya que realmente no se le preguntó por la vigencia del texto constitucional, al que aludió en su primera intervención, sino por los acontecimientos derivados de la huelga de controladores.

Intentó, creo que sin éxito, justificar su ausencia pública en los días claves de la crisis, perdiéndose en una explicación escasamente comprensible y que, en último término, justificó con el resultado final de la resolución del problema.

Por último, habló Mariano Rajoy con una estudiada parquedad en palabras que llegó al extremo de negarse a contestar a las preguntas de los periodistas. Se limitó a alabar la Constitución eludiendo lo que podian ser cuestiones que unos dias después habrían de debatirse en el Congreso con la comparecencia de Zapatero.

Sí me llamó la atención la frialdal del lider de los populares en su saludo a los presidentes de las Cortes, Bono y Rojo. Un saludo sumamente serio y protocolario, que, tras él, repitieron, con el mismo tenor, Soraya Saénz de Santamaría y Arias Cañete, debido, con toda seguridad, a unas recientes y desafortunadas declaraciones del presidente del Congreso calificando a Rajoy como "tesoro para el PSOE", lo que no parece apropiado dada la institucionalidad de su cargo.

Me quedé con las ganas de conocer el contenido de la extensa filípica entre Alfonso Guerra y José Bono que generó una larga cola en el acceso de los invitados al acto.

Y del propio acto destaco, por una parte, la brevedad de la intervención del presidente del Congreso -eso sí, sin renunciar en la misma a justificar la actuación del Gobierno en el conflicto aéreo en base al uso de la Constitución, lo que deduzco que generaría algún comentario de desaprobación por parte de algún sector político- y el gesto de Zapatero buscando, hasta encontrar, al líder de la oposición, para mantener con él, tras un nuevamente frio saludo, una conversación que, sin duda, debió ser interesante.

Con toda seguridad, ha sido una efemérides constitucional muy distinta a la de años anteriores, con un estado de alarma vigente y una situación económica y social que trae de calle a todo el país.

Lo importante es que los mecanismos constitucionales mantengan su vigencia, así como el control en el uso de los mismos, de manera que la Ley de leyes garantice que la democracia y la libertad, así como la participación del pueblo en la toma de decisiones, se mantengan como los principales principios sobre los que cimentar nuestro presente y nuestro futuro.
ENRIQUE BELLIDO
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