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Selectividad: el examen de Filosofía

Continúo compartiendo algunas ideas que, de cara a la inminente celebración de las pruebas de Selectividad, pueden resultar de interés para quienes deban enfrentarse a ellas en las próximas semanas. En esta ocasión, ofrezco unas breves sugerencias, más específicas, sobre la materia en la que me atrevo a opinar: la Filosofía. Por supuesto, lo dicho durante el curso por los profesores de esta asignatura es lo que realmente vale, así que hacedle caso a ellos, que son los que conocen mejor la situación.

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La duración de la prueba de Filosofía en Selectividad es de una hora y treinta minutos. Hay que elegir una opción (A o B) e indicar cuál se ha elegido, al comienzo del examen. Hay que tener muy claro cuánto vale cada pregunta para distribuir el tiempo (hora y media) en relación a ese valor. No tiene sentido agotar tiempo por responder muy bien a una pregunta y dejar las otras.

En Andalucía, la puntuación a las cuestiones está así: la primera pregunta vale dos puntos, repartidos en uno más uno (1+1); la segunda, cinco, repartidos en dos apartados que valen 1,5 cada uno y un tercero que puntúa con dos (1,5+1,5+2); la tercera pregunta vale tres puntos, repartidos en dos más uno (2+1).

Lee varias veces el texto sin prestar atención a las preguntas para saber de qué va y así poder responder con la mayor precisión posible. Precipitarse en una vomitera de datos es perjudicial. Escribir sin pensar es un riesgo bastante común y pernicioso.

Explico brevemente cada una de las opciones de la prueba. Las directrices generales propuestas dicen, textualmente, que el estudiante deberá responder a las tres cuestiones siguientes:

1) Descripción del contexto histórico-cultural y filosófico que influye en el filósofo del texto elegido. Esta pregunta vale dos puntos, repartidos en uno más uno (1+1). Se trata de situar al autor en su contexto histórico y en relación con los movimientos culturales sobresalientes del momento.

2) Comentario del texto propiamente dicho, que puntúa sobre cinco; a su vez se desglosa en los siguientes apartados:

a) Explicación de las dos expresiones subrayadas, que valen 1,5 cada una. Se trata de definir brevemente dando razones de las mismas y su relación con otros términos del texto. Preguntar por el significado de un término plantea implícita o explícitamente una pregunta o una relación con otros elementos dentro del contexto. Ejemplo: Platón: “la opinión”. Craso y frecuente error es responder contando el Mito de la caverna que, como me suena (¿más o menos?), lo cuelo y ya está.

b) Identificación y explicación del contenido del texto, que vale 1,5. Nos enfrentamos al llamado "desarrollo argumentativo" que aparece en el texto. Se trata de explicar el tipo de prueba argumentativa empleado por el autor para establecer una determinada afirmación (tesis). ¿Por qué establece unas relaciones determinadas? ¿Consecuencias derivadas de dichas relaciones? ¿En qué se basa para hacer dicha afirmación o negación? Valoración en el contexto del texto y del autor.

c) Se valorará la capacidad del alumno para relacionar justificadamente el tema del texto elegido con la posición filosófica del autor y se puntuará con dos puntos. Conviene relacionar la explicación con los principios fundamentales de la filosofía del autor tal como te explicaron durante el curso. Insisto en que hay que huir de los manidos tópicos; dicho de otra manera, en el caso concreto de Platón, no vale recurrir siempre al Mito de la caverna para explicar su pensamiento.

3) La valoración del conocimiento de otra postura filosófica, en relación con el tema o autor del texto, se puntuará con un máximo de dos puntos. Además, se tendrá en cuenta la argumentación razonada que haga el alumno sobre la vigencia del tema o el autor, que se puntuará con un máximo de un punto.

En esta pregunta se trata de hacer una comparación o referencia a otros autores y otros planteamientos similares o contrarios. A esta altura habremos llegado a la conclusión, en la cual deberá aparecer un intento de recapitulación rápida de todo lo más importante que hemos dicho y tratado y exponer una postura crítica, por nuestra parte, en la cual demos y fundamentemos nuestro punto de vista.

¡Ojo! hay que huir de simplezas como “me ha gustado mucho lo que dice…”; “estoy de acuerdo con...”, “me parece muy interesante...”, “se nota que el autor sabe lo que dice...”. Hay más lindezas de este tipo. ¡Suerte, y al toro!

PEPE CANTILLO
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