La Hermandad de la Humildad reunió anoche a un nutrido grupo de vecinos en torno a su segunda Zambomba Navideña, una cita que regresaba al calendario festivo con el respaldo de un público fiel, dispuesto a sobreponerse al frío y a una inestabilidad meteorológica que durante buena parte de la tarde amenazó con deslucir la velada. Pese a ello, el ambiente terminó imponiéndose y el entorno de la Parroquia de San Francisco Solano volvió a convertirse en un punto de encuentro donde el cante, la convivencia y el sabor popular marcaron el ritmo de la noche.
El encuentro, que comenzó a partir de las 21.00 de la noche, se desarrolló en el atrio del templo, un espacio que, una vez más, funcionó como escenario natural para una celebración pensada para compartir. En ese sentido, la segunda edición de la Zambomba confirmó las buenas sensaciones de su estreno el pasado año y reforzó la idea de una actividad llamada a consolidarse dentro de la programación navideña local.
La jornada no estuvo exenta de incertidumbre. Las bajas temperaturas y un cielo encapotado, con amenaza de lluvia durante las horas previas, mantuvieron en vilo tanto a la organización como a los asistentes. Sin embargo, conforme avanzó la tarde y llegó la noche, el público fue respondiendo, arropado por ese clima de cercanía que caracteriza a este tipo de celebraciones y que termina por diluir cualquier incomodidad cuando suenan los primeros compases.
Para garantizar el normal desarrollo del evento y la seguridad en la zona, se procedió al corte al tráfico de la calle San Francisco Solano, lo que permitió disfrutar del espacio con mayor tranquilidad. Además, la Hermandad de la Humildad habilitó un servicio de barra con precios populares desde su sede social, situada justo enfrente de la parroquia, un punto clave para favorecer la convivencia y alargar la velada entre villancicos.
En el apartado musical, la Zambomba volvió a apostar por el talento local y por sones fácilmente reconocibles para el público. Hasta bien entrada la noche se sucedieron las actuaciones del Coro Rociero de la Asociación Carnavalesca "Prudencio Molina", así como las de Josemari y Ángela Soto, el grupo Dale al Son y el dúo formado por Alejandro Montaño y Richard Carrasco. Un cartel variado que, sin perder el hilo flamenco y festivo, ofreció matices distintos y mantuvo viva la atención de los asistentes.
El encuentro, que comenzó a partir de las 21.00 de la noche, se desarrolló en el atrio del templo, un espacio que, una vez más, funcionó como escenario natural para una celebración pensada para compartir. En ese sentido, la segunda edición de la Zambomba confirmó las buenas sensaciones de su estreno el pasado año y reforzó la idea de una actividad llamada a consolidarse dentro de la programación navideña local.
De igual modo, el carácter popular del encuentro se dejó sentir en cada rincón del atrio, donde familias, grupos de amigos y vecinos de distintas edades compartieron copas, palmas y letras conocidas, creando una estampa muy ligada a la tradición navideña andaluza. Y es que, más allá de la música, la Zambomba se convirtió en un espacio para reencontrarse y celebrar, incluso cuando el frío hace acto de presencia.
Con esta segunda edición, la Hermandad de la Humildad no solo revalidó la buena acogida de esta propuesta, sino que también evidenció la capacidad de este tipo de iniciativas para dinamizar la vida social y cultural de Montilla en fechas señaladas. Una noche que, pese al frío y a la amenaza de lluvia, dejó calor de barrio y ganas de repetir para el año que viene.
El encuentro, que comenzó a partir de las 21.00 de la noche, se desarrolló en el atrio del templo, un espacio que, una vez más, funcionó como escenario natural para una celebración pensada para compartir. En ese sentido, la segunda edición de la Zambomba confirmó las buenas sensaciones de su estreno el pasado año y reforzó la idea de una actividad llamada a consolidarse dentro de la programación navideña local.
La jornada no estuvo exenta de incertidumbre. Las bajas temperaturas y un cielo encapotado, con amenaza de lluvia durante las horas previas, mantuvieron en vilo tanto a la organización como a los asistentes. Sin embargo, conforme avanzó la tarde y llegó la noche, el público fue respondiendo, arropado por ese clima de cercanía que caracteriza a este tipo de celebraciones y que termina por diluir cualquier incomodidad cuando suenan los primeros compases.
Para garantizar el normal desarrollo del evento y la seguridad en la zona, se procedió al corte al tráfico de la calle San Francisco Solano, lo que permitió disfrutar del espacio con mayor tranquilidad. Además, la Hermandad de la Humildad habilitó un servicio de barra con precios populares desde su sede social, situada justo enfrente de la parroquia, un punto clave para favorecer la convivencia y alargar la velada entre villancicos.
En el apartado musical, la Zambomba volvió a apostar por el talento local y por sones fácilmente reconocibles para el público. Hasta bien entrada la noche se sucedieron las actuaciones del Coro Rociero de la Asociación Carnavalesca "Prudencio Molina", así como las de Josemari y Ángela Soto, el grupo Dale al Son y el dúo formado por Alejandro Montaño y Richard Carrasco. Un cartel variado que, sin perder el hilo flamenco y festivo, ofreció matices distintos y mantuvo viva la atención de los asistentes.
El encuentro, que comenzó a partir de las 21.00 de la noche, se desarrolló en el atrio del templo, un espacio que, una vez más, funcionó como escenario natural para una celebración pensada para compartir. En ese sentido, la segunda edición de la Zambomba confirmó las buenas sensaciones de su estreno el pasado año y reforzó la idea de una actividad llamada a consolidarse dentro de la programación navideña local.
De igual modo, el carácter popular del encuentro se dejó sentir en cada rincón del atrio, donde familias, grupos de amigos y vecinos de distintas edades compartieron copas, palmas y letras conocidas, creando una estampa muy ligada a la tradición navideña andaluza. Y es que, más allá de la música, la Zambomba se convirtió en un espacio para reencontrarse y celebrar, incluso cuando el frío hace acto de presencia.
Con esta segunda edición, la Hermandad de la Humildad no solo revalidó la buena acogida de esta propuesta, sino que también evidenció la capacidad de este tipo de iniciativas para dinamizar la vida social y cultural de Montilla en fechas señaladas. Una noche que, pese al frío y a la amenaza de lluvia, dejó calor de barrio y ganas de repetir para el año que viene.
ÁLVARO CARRASCO GONZÁLEZ
FOTOGRAFÍA: MONTILLA COFRADE
FOTOGRAFÍA: MONTILLA COFRADE























































