El Monasterio de Santa Clara abrirá mañana sus puertas para acoger el solemne traslado del Padre de Familias, una talla del siglo XVI que custodia la comunidad de hermanas clarisas y que, cada mes de septiembre, despierta un fervor muy especial entre los fieles montillanos.
La imagen, que según la tradición llegó a presidir algunas sesiones del Concilio de Trento, saldrá a las 9.00 de la mañana del interior del convento para presidir la Santa Misa y quedar expuesta durante la novena que se celebrará del 12 al 20 de septiembre próximos, hasta culminar el domingo 21 con la fiesta principal de la Hermandad.
La jornada comenzará con la salida de la milagrosa imagen desde la clausura del convento. Apenas una hora después, arrancará el solemne traslado hasta la iglesia, donde se celebrará la misa en honor al crucificado. Será un acto cargado de simbolismo, que se enmarca este año en un contexto especialmente significativo: la conmemoración del Año Jubilar con motivo del quinto centenario de la presencia de las Clarisas en Montilla.
El Padre de Familias volverá a recorrer las calles del casco histórico el sábado 20 de septiembre. Este recorrido procesional, que contará con el acompañamiento de la Agrupación Musical La Unión de Montilla, supone uno de los momentos más esperados por los devotos, que ven en la imagen no solo un referente espiritual, sino también un vínculo con la memoria histórica y patrimonial de la ciudad.
El crucificado permanece la mayor parte del año en una suntuosa capilla del monasterio, oculto a la vista del público. Sin embargo, cada mes de septiembre abandona ese recogimiento para recibir el homenaje de sus fieles. Ese fervor, que ha pervivido durante siglos, cristalizó en 1812 con la fundación de la Hermandad del Padre de Familias. Desde entonces, la devoción se ha transmitido de generación en generación, como una herencia que atraviesa el tiempo y se renueva en cada cita.
Entre los devotos más ilustres de la imagen se encuentran figuras históricas de gran relevancia. Mariana Fernández de Córdoba, sexta marquesa de Priego, le regaló la corona de espinas que luce, mientras que Pedro de Aragón, esposo de Ana Fernández de Córdoba Figueroa, le ofreció los tres clavos de la cruz. También el propio fray Payo Afán de Ribera, hermano de sor Ana de la Cruz y obispo de Texaca, entregó el crucificado a la religiosa, como acredita un documento fechado en 1633.
Enrique Garramiola Prieto, cronista oficial de Montilla entre 1973 y 2013, defendió que la talla fue llevada desde Colonia hasta México por misioneros franciscanos y, desde allí, enviada a Montilla. Una tesis que conecta el devenir de la imagen con las rutas de la evangelización y con la historia del Nuevo Mundo.
En esa misma línea, la historiadora Elena Bellido, directora de la Fundación Biblioteca Manuel Ruiz Luque y académica correspondiente de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba, recordó que Payo Afán de Ribera fue un fraile de la orden de San Agustín que debió ser un personaje altamente reconocido en su época, pues ocupó importantes responsabilidades en el Nuevo Mundo, llegando a ser obispo de Guatemala, arzobispo de México y Virrey de Nueva España.
Así, lo que comenzará mañana en el Monasterio de Santa Clara no será solo un acto religioso, sino también una oportunidad para volver a contemplar de cerca una de las piezas más singulares de la espiritualidad montillana. Una cita que mezcla devoción, historia y memoria colectiva y que, este año, cobra todavía más fuerza gracias a la celebración del Año Jubilar con motivo del quinto centenario de la presencia de las Clarisas en Montilla.
La imagen, que según la tradición llegó a presidir algunas sesiones del Concilio de Trento, saldrá a las 9.00 de la mañana del interior del convento para presidir la Santa Misa y quedar expuesta durante la novena que se celebrará del 12 al 20 de septiembre próximos, hasta culminar el domingo 21 con la fiesta principal de la Hermandad.
La jornada comenzará con la salida de la milagrosa imagen desde la clausura del convento. Apenas una hora después, arrancará el solemne traslado hasta la iglesia, donde se celebrará la misa en honor al crucificado. Será un acto cargado de simbolismo, que se enmarca este año en un contexto especialmente significativo: la conmemoración del Año Jubilar con motivo del quinto centenario de la presencia de las Clarisas en Montilla.
El Padre de Familias volverá a recorrer las calles del casco histórico el sábado 20 de septiembre. Este recorrido procesional, que contará con el acompañamiento de la Agrupación Musical La Unión de Montilla, supone uno de los momentos más esperados por los devotos, que ven en la imagen no solo un referente espiritual, sino también un vínculo con la memoria histórica y patrimonial de la ciudad.
El crucificado permanece la mayor parte del año en una suntuosa capilla del monasterio, oculto a la vista del público. Sin embargo, cada mes de septiembre abandona ese recogimiento para recibir el homenaje de sus fieles. Ese fervor, que ha pervivido durante siglos, cristalizó en 1812 con la fundación de la Hermandad del Padre de Familias. Desde entonces, la devoción se ha transmitido de generación en generación, como una herencia que atraviesa el tiempo y se renueva en cada cita.
Entre los devotos más ilustres de la imagen se encuentran figuras históricas de gran relevancia. Mariana Fernández de Córdoba, sexta marquesa de Priego, le regaló la corona de espinas que luce, mientras que Pedro de Aragón, esposo de Ana Fernández de Córdoba Figueroa, le ofreció los tres clavos de la cruz. También el propio fray Payo Afán de Ribera, hermano de sor Ana de la Cruz y obispo de Texaca, entregó el crucificado a la religiosa, como acredita un documento fechado en 1633.
Enrique Garramiola Prieto, cronista oficial de Montilla entre 1973 y 2013, defendió que la talla fue llevada desde Colonia hasta México por misioneros franciscanos y, desde allí, enviada a Montilla. Una tesis que conecta el devenir de la imagen con las rutas de la evangelización y con la historia del Nuevo Mundo.
En esa misma línea, la historiadora Elena Bellido, directora de la Fundación Biblioteca Manuel Ruiz Luque y académica correspondiente de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba, recordó que Payo Afán de Ribera fue un fraile de la orden de San Agustín que debió ser un personaje altamente reconocido en su época, pues ocupó importantes responsabilidades en el Nuevo Mundo, llegando a ser obispo de Guatemala, arzobispo de México y Virrey de Nueva España.
Así, lo que comenzará mañana en el Monasterio de Santa Clara no será solo un acto religioso, sino también una oportunidad para volver a contemplar de cerca una de las piezas más singulares de la espiritualidad montillana. Una cita que mezcla devoción, historia y memoria colectiva y que, este año, cobra todavía más fuerza gracias a la celebración del Año Jubilar con motivo del quinto centenario de la presencia de las Clarisas en Montilla.
JUAN PABLO BELLIDO / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR















































