Montilla abre hoy el solemne triduo en honor de Nuestra Señora de la Rosa, titular de la popular ermita levantada en el siglo XVIII y cuya festividad se celebra, cada año, el segundo domingo de noviembre. Unos cultos tradicionales que resucitan la etapa dorada en torno a la Virgen del Rosario de San Antonio, advocación bajo la que recibía culto en Montilla en la primera mitad del siglo XVIII.
El primer día de triduo comenzará hoy a las 17.30 de la tarde con el rezo del santo rosario, mientras que la santa misa dará comienzo a las 18.30 de la tarde y será oficiada por el párrico de San Francisco Solano, David Reyes. Durante la jornada de mañana tendrá lugar, además, la tradicional ofrenda floral por parte de las montillanas que reciben el nombre de Rosa.
Ya el domingo, festividad de la Virgen de la Rosa, tendrá lugar la misa solemne en honor de la titular mariana con motivo de su onomástica. Oficiada por Fernando Suárez Tapiador, párroco de Santiago y rector de la Basílica Pontificia de San Juan de Ávila, dará comienzo a las 13.00 de la tarde y, en ella, se cantará la Salve y las coplas compuestas a La Rosa.
La devoción al Santo Rosario ha marcado la religiosidad popular de Montilla a lo largo de su historia, en concreto en el siglo XVIII, cuando llegaron a existir tres imágenes que recibían culto bajo esta advocación: las actuales de la Aurora, del Rosario y la primitiva Virgen del Rosario.
El historiador montillano Antonio Luis Jiménez Barranco descubrió en 2010 un documento inédito que confirmaba que la imagen de Nuestra Señora de la Rosa fue tallada por el escultor Pedro Duque Cornejo entre los años 1719 y 1720. La efigie, que preside el retablo mayor de la ermita de La Rosa, es una escultura de bulto redondo de tamaño natural, tallada, estofada y policromada por Duque Cornejo, considerado por los especialistas como el máximo exponente del barroco andaluz en el siglo XVIII.
Tal y como explicó Antonio Luis Jiménez, el artista recibió el encargo en Sevilla del presbítero montillano Esteban Gabriel de los Santos y Olivares, que residía en la capital andaluza, donde ejercía su ministerio de Protonotario Apostólico.
El documento hallado en el Obispado de Córdoba detalla que la imagen fue enviada desde Sevilla y que llegó a Montilla “encajonada y remitida por Cornejo su Artífice en derechura al dicho Don Esteban”, siendo bendecida y colocada en su altar el 23 de diciembre de 1720.
"La efigie fue destinada a ser la titular de una cofradía del Santo Rosario que se fundó en la Ermita de San Antonio de Padua –en la actualidad secularizada–, de la cual el licenciado Santos y Olivares era su capellán y patrono", explicó Antonio Luis Jiménez, quien aclaró que "ante el fervor devocional despertado por la nueva imagen de la Virgen de la Rosa, entre los años 1758 y 1763 la cofradía construye un nuevo templo de mayores dimensiones en el centro de la ciudad, donde en la actualidad tiene su sede canónica y recibe culto su titular mariana, que ocupa la hornacina central de su retablo mayor".
Para Antonio Luis Jiménez, la adjudicación de la imagen a Pedro Duque Cornejo permitió a los especialistas en la Historia del Arte barroco andaluz y, sobre todo, a los biógrafos del artífice hispalense, añadir la Virgen de la Rosa de Montilla al inventario de sus más significadas obras.
Entre ellas destacan La Magdalena Penitente de la Cartuja de Granada; El Apostolado de la Basílica de Las Angustias de esa ciudad; el grupo de esculturas realizadas para el monasterio cartujo de El Paular, en Madrid; las diversas obras que se conservan en la catedral de Sevilla –como Justa y Rufina o Leandro e Isidoro–; así como su obra póstuma: la sillería del coro de la catedral de Córdoba, a la que consagró los nueve últimos años de su vida.
"Como reconocimiento a su labor, el Cabildo Catedral acordó costear su entierro, quedando su cuerpo exánime abrazado para siempre por la tierra cordobesa, en una sepultura al pie del facistol del majestuoso coro, donde permanece flanqueado por el más importante de sus trabajos", recordó Antonio Luis Jiménez.
El primer día de triduo comenzará hoy a las 17.30 de la tarde con el rezo del santo rosario, mientras que la santa misa dará comienzo a las 18.30 de la tarde y será oficiada por el párrico de San Francisco Solano, David Reyes. Durante la jornada de mañana tendrá lugar, además, la tradicional ofrenda floral por parte de las montillanas que reciben el nombre de Rosa.
Ya el domingo, festividad de la Virgen de la Rosa, tendrá lugar la misa solemne en honor de la titular mariana con motivo de su onomástica. Oficiada por Fernando Suárez Tapiador, párroco de Santiago y rector de la Basílica Pontificia de San Juan de Ávila, dará comienzo a las 13.00 de la tarde y, en ella, se cantará la Salve y las coplas compuestas a La Rosa.
La devoción al Santo Rosario ha marcado la religiosidad popular de Montilla a lo largo de su historia, en concreto en el siglo XVIII, cuando llegaron a existir tres imágenes que recibían culto bajo esta advocación: las actuales de la Aurora, del Rosario y la primitiva Virgen del Rosario.
El historiador montillano Antonio Luis Jiménez Barranco descubrió en 2010 un documento inédito que confirmaba que la imagen de Nuestra Señora de la Rosa fue tallada por el escultor Pedro Duque Cornejo entre los años 1719 y 1720. La efigie, que preside el retablo mayor de la ermita de La Rosa, es una escultura de bulto redondo de tamaño natural, tallada, estofada y policromada por Duque Cornejo, considerado por los especialistas como el máximo exponente del barroco andaluz en el siglo XVIII.
Tal y como explicó Antonio Luis Jiménez, el artista recibió el encargo en Sevilla del presbítero montillano Esteban Gabriel de los Santos y Olivares, que residía en la capital andaluza, donde ejercía su ministerio de Protonotario Apostólico.
El documento hallado en el Obispado de Córdoba detalla que la imagen fue enviada desde Sevilla y que llegó a Montilla “encajonada y remitida por Cornejo su Artífice en derechura al dicho Don Esteban”, siendo bendecida y colocada en su altar el 23 de diciembre de 1720.
"La efigie fue destinada a ser la titular de una cofradía del Santo Rosario que se fundó en la Ermita de San Antonio de Padua –en la actualidad secularizada–, de la cual el licenciado Santos y Olivares era su capellán y patrono", explicó Antonio Luis Jiménez, quien aclaró que "ante el fervor devocional despertado por la nueva imagen de la Virgen de la Rosa, entre los años 1758 y 1763 la cofradía construye un nuevo templo de mayores dimensiones en el centro de la ciudad, donde en la actualidad tiene su sede canónica y recibe culto su titular mariana, que ocupa la hornacina central de su retablo mayor".
Para Antonio Luis Jiménez, la adjudicación de la imagen a Pedro Duque Cornejo permitió a los especialistas en la Historia del Arte barroco andaluz y, sobre todo, a los biógrafos del artífice hispalense, añadir la Virgen de la Rosa de Montilla al inventario de sus más significadas obras.
Entre ellas destacan La Magdalena Penitente de la Cartuja de Granada; El Apostolado de la Basílica de Las Angustias de esa ciudad; el grupo de esculturas realizadas para el monasterio cartujo de El Paular, en Madrid; las diversas obras que se conservan en la catedral de Sevilla –como Justa y Rufina o Leandro e Isidoro–; así como su obra póstuma: la sillería del coro de la catedral de Córdoba, a la que consagró los nueve últimos años de su vida.
"Como reconocimiento a su labor, el Cabildo Catedral acordó costear su entierro, quedando su cuerpo exánime abrazado para siempre por la tierra cordobesa, en una sepultura al pie del facistol del majestuoso coro, donde permanece flanqueado por el más importante de sus trabajos", recordó Antonio Luis Jiménez.
ÁLVARO CARRASCO / J.P. BELLIDO
FOTOGRAFÍA: ANTONIO LUIS JIMÉNEZ
FOTOGRAFÍA: ANTONIO LUIS JIMÉNEZ