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Manuel Garnelo y Alda en el recuerdo

Montilla recuerda cada primero de enero al escultor Manuel Garnelo y Alda, claro exponente de la plástica naturalista y figura destacada del simbolismo decorativo. Y es que el artista, que da nombre al principal espacio escénico de la localidad así como a una calle que desemboca en la Plaza de la Rosa, vio la luz en la Ciudad del Vino hace exactamente 145 años: el 1 de enero de 1878.


Dotado de una sólida formación artística, bajo la atenta mirada de su padre –el médico José Ramón Garnelo Gonzálvez– y de su hermano José Santiago –que llegó a ser considerado el pintor más culto de su época-, Manuel Garnelo y Alda se inclinó finalmente por la escultura, rama artística en la que sobresaldría de manera muy notable.

De este modo, daría sus primeros pasos como escultor con tan solo doce años de edad, en la Academia Española de Bellas Artes en Roma, de la mano del archiconocido Mariano Benlliure y del segoviano Aniceto Marinas, uno de los escultores europeos más representativos del final del siglo XIX y de la primera mitad del XX.

Tota pulchra est MariaEn 1892, con 14 años recién cumplidos, el escultor montillano concurrió por vez primera a la Exposición Nacional de Madrid con la obra Tota pulcra est Maria, que le valió una Mención Honorífica. Tras su vuelta a España, cursó sus estudios oficiales en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid y, a partir de 1900, se desplazaría a Roma, donde permaneció cuatro años como pensionado de la Academia Española de Bellas Artes.

Al igual que su hermano José Santiago, aprovechó sus frecuentes viajes a París y a otras capitales europeas para empaparse de las corrientes creativas que comenzaban a despuntar, al tiempo que presentaba sus trabajos a algunas de las exposiciones nacionales que se celebraban en España, con los que llegó a cosechar algunos galardones.

De su extraordinaria labor didáctica fueron también testigos los innumerables alumnos que formó en su Cátedra de Carpintería Artística en la Escuela Superior de Artes Industriales de Granada, ciudad en la que realizó diversas obras, entre otras, la ornamentación del camarín de Nuestra Señora de las Angustias, junto a su hermano José, obteniendo por el proyecto una Tercera Medalla en la Exposición Nacional de 1922.

El artista se prodigó también en escultura monumental, decorativa y religiosa, como la talla de la imagen de María Santísima de los Dolores, perteneciente a la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, que procesiona en Montilla en la mañana del Viernes Santo.

Además de desarrollar trabajos de decoración para el Teatro Garnelo de Montilla o para el Teatro Olimpia de Granada, Manuel Garnelo fue el encargado de exornar la capilla bautismal de la Parroquia de Santiago Apóstol, en la que se encuentra la pila en la que recibió las aguas sacramentales el patrón de Montilla, San Francisco Solano.

De igual manera, realizó un retablo y una imagen de San Francisco Solano en la iglesia-santuario de María Auxiliadora de Montilla, que fue rematado por su hermano con una pintura sobre la vida del santo. Enmarcado también dentro de su obra religiosa se encuentra el conjunto escultórico en honor a San Francisco Solano, realizado entre los años 1934 y 1935, y que en la actualidad se conserva en la finca El Puntal.

Tal y como destacó en este mismo periódico Ramón Vallés Moya, miembro de la asociación Estudio y Acción, otra de sus obras destacadas es el panteón de la familia de Francisco Cuesta en Guadalajara, de diseño racionalista, en la que se sitúa una escultura en mármol representando a tres difuntos que atraviesan un umbral dirigidos por la Muerte.

A su vez, Manuel Garnelo y Alda es autor del panteón familiar de los Peso-Blanco en Granada (1910); de la placa conmemorativa en la casa de Cádiz donde falleció diputado doceañista José Mexia Lequerica; del busto de José Antonio Primo de Rivera (1941) o del relieve Campesina con vaca.

Entre las obras monumentales, Ramón Vallés Moya destaca el proyecto que presentó, junto al arquitecto Gabriel Abreu, al concurso para la realización del monumento por el centenario de las Cortes de Cádiz de 1812, así como el monumento al Padre Manjón en Granada.

Junto con obras de carácter monumental, como las esculturas del Sagrado Corazón de Jesús de Priego de Córdoba y de Montilla, el artista del que hoy se conmemora su 145.º aniversario demostró a lo largo de su vida una gran frescura a la hora de trabajar el yeso.

Al igual que su paisano Gonzalo Fernández de Córdoba, El Gran Capitán, el insigne escultor montillano escogería para pasar sus últimos días la localidad granadina de Loja, de donde era natural su segunda esposa. Allí falleció el 4 de mayo de 1941, a los 63 años de edad. Por fin, el 24 de marzo del año 2009, los restos mortales del artista fueron trasladados y depositados en el panteón familiar situado en el subsuelo de la Parroquia de Santiago Apóstol de Montilla, donde reposan para siempre.

J.P. BELLIDO / REDACCIÓN
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