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Montilla cierra una Semana Santa esplendorosa

Con la entrada de la imagen de Nuestra Señora de La Paz en la Parroquia de Santiago Apóstol, los cofrades montillanos comenzaron a sentir ayer en su interior ese pellizco melancólico que provoca la larga espera que habrán de superar hasta volver a sentir los redobles de tambor, el olor a incienso por las calles y ese regusto a canela, miel y matalahúva. Especialmente tras haber disfrutado de una Semana Santa esplendorosa, en la que, a diferencia de otros años, el buen tiempo acompañó a todas las cofradías, que pudieron culminar con brillantez sus respectivas estaciones de penitencia.



En Montilla, la tradicional noche del Viernes de Dolores ponía el broche de oro a la Cuaresma y abría las puertas de par en par a la Semana Santa montillana. Como todos los años, numerosos vecinos se echaron a la calle para contemplar las ofrendas florales que brindaron por las distintas iglesias de la ciudad la Centuria Romana Munda y la Agrupación Musical La Unión.

Poco antes de las 20.30 de la tarde, la Centuria Romana Munda fue apareciendo por cada uno de los templos montillanos, acompañados por un nutrido grupo de mujeres tocadas con mantillas españolas que, escoltadas por los lanceros de la formación, fueron depositando ramos de flores a los pies de todas las vírgenes titulares de las cofradías. Sin duda, uno de los momentos álgidos de la Ronda de los Romanos tuvo lugar en San Agustín, donde se celebraba el tradicional besapiés a Jesús Nazareno, la imagen devocional con más fieles en Montilla.





Un día más tarde, cerca de 2.000 espectadores procedentes de distintos puntos de Andalucía pasaron por el Pabellón Municipal de Deportes para asistir a la representación dramática de La Pasión, una impresionante puesta en escena del drama sacro que se ha erigido en uno de los referentes religiosos y culturales de la Semana Santa de la provincia.

Autocares procedentes de Córdoba, Palma del Río, Luque, Lucena y Lopera (Jaén), así como decenas de vehículos particulares llegados desde casi todas las provincias andaluzas colapsaron los accesos del principal recinto deportivo cubierto de Montilla, donde los tramoyistas llevaban días trabajando para instalar un enorme escenario de casi 50 metros lineales, distribuido en tres embocaduras, con capacidad para albergar 1.500 metros cuadrados de decorado.

Por tercer año consecutivo, el joven Pablo del Arbol asumió el papel protagonista, encarnando a Jesús en las dos funciones. Todo un reto interpretativo que el público supo reconocer no solo al final de cada función sino en algunos de los momentos con mayor carga dramática, como la escena de la crucifixión o el encuentro con su Madre.





Y llegó, por fin, el gran día. La jornada del Domingo de Ramos cuenta en Montilla con la innegable impronta de la Familia Salesiana. Al mediodía, la Hermandad de Jesús en su Entrada Triunfal en Jerusalén puso en la calle un cortejo que es preparado por el claustro de profesores del Colegio Salesiano y que parte desde la iglesia-santuario de María Auxiliadora.

Ya por la tarde, la Hermandad del Santísimo Cristo de la Juventud en su Presentación al Pueblo, Nuestra Madre María de Nazaret y San Juan Bosco salía desde la cercana parroquia de Santiago Apóstol luciendo junto a su llamador una reliquia del fundador de la orden salesiana, en el bicentenario de su nacimiento.



El Lunes Santo, la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores volvió a cargar de sentido cofrade el entorno de la calle Ancha y de la iglesia de San Agustín, de la mano del Santísimo Cristo del Perdón, un hermoso crucificado atribuido al retablista Cristóbal de Guadix que, como novedad, recorrió las calles de Montilla con el acompañamiento de la Banda de Música Montillana Pascual Marquina, cuya mayor presencia en su localidad ha sido acogida con extraordinario cariño por parte de sus convecinos.

El Martes Santo se ha convertido, por derecho propio, en uno de los días grandes de la Semana Santa montillana, gracias a las tres cofradías que celebran su estación de penitencia. La primera en ponerse en la calle, desde la parroquia de Santiago Apóstol, fue la Cofradía Penitencial de la Santa Vera Cruz, con un cortejo plagado de reminiscencias militares que volvió a rendir culto público al Santo Cristo de Zacatecas y a Nuestra Señora del Socorro, la advocación mariana que introdujo en España El Gran Capitán.





En el otro extremo de la ciudad, en el popular barrio de las Casas Nuevas, la Hermandad del Señor en la Santa Cena, María Santísima de la Estrella y Nuestra Señora de las Viñas retornaba a las calles de Montilla con el recuerdo bien presente del sacerdote montillano Antonio Gómez Márquez, impulsor de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, que falleció el pasado mes de octubre a los 86 años de edad.

Por último, la casa natal del patrono de Montilla se vistió de gala para acoger la salida penitencial de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia y María Santísima de la Caridad en sus Tristezas, cuyo palió estrenó la parihuela y el techo, así como las bambalinas, diseñadas por el cofrade montillano Ismael López. De igual modo, la Caridad lució la primera fase de su nueva candelería, realizada por los prestigiosos talleres orfebres de Manuel de los Ríos.



La estación de penitencia del Santísimo Cristo del Amor, conocida popularmente como "la procesión del silencio", supuso el Miércoles Santo el broche de oro a la participación de las cofradías salesianas en la Semana Santa montillana, después de que la hermandad de La Borriquita y la cofradía de la Juventud abrieran los desfiles procesionales en la localidad durante la jornada del Domingo de Ramos.



La hermandad del Amor, fundada oficialmente el 9 de marzo de 1941 gracias a la iniciativa de Manuel Luque Velasco, conmemoró este año su 75ª estación de penitencia por las calles de Montilla. Y en esta efeméride tan especial, volvieron a ser cientos los penitentes que acompañaron al crucificado de Amadeo Ruiz Olmos con esos faroles de color rojo que constituyen ya una estampa tradicional de la Semana de Pasión montillana.

Las dos jornadas cofrades por antonomasia en Montilla arrancaron en la mañana del Jueves Santo con la tradicional diana a cargo del Cuerpo de Lanceros de la Hermandad de Jesús Preso y María Santísima de la Esperanza, una formación que, tan solo unas horas más tarde, protagonizó en la plaza de La Rosa el acto del Prendimiento, con el que se abría uno de los desfiles procesionales más coloridos de la localidad.



El cortejo volvió a estar formado por el paso de la Oración en el Huerto –que presentó la canastilla y los respiraderos adaptados del anterior paso del cotitular–, el Cristo de la Columna, Jesús Preso –que estrenó paso de misterio, todavía en fase de carpintería– y la Virgen de la Esperanza que, por vez primera, fue portada a costal, recibiendo el homenaje de la Banda de Música Pascual Marquina, que dedicó la marcha Jueves de Esperanza , obra del montillano Víctor Manuel Carmona.

La cofradía de Los Panciblancos celebró una brillante estación de penitencia especialmente dedicada a Manuel Jiménez Velasco –primer Cofrade Ejemplar de Montilla, que falleció el pasado 16 de marzo a la edad de 91 años– y a Rafael Lara –el carpintero montillano resultó herido en la tarde del Martes Santo mientras trabajaba en el montaje del paso de palio de María Santísima de la Esperanza–.



Ya en la medianoche, el Llanete de la Cruz sirvió de escenario para la espectacular salida de la hermandad del Santísimo Cristo de la Misericordia, una impresionante talla del artista montillano Francisco Solano Salido que fue izada para ser colocada en su paso. Detrás, María Santísima de la Amargura, una preciosa dolorosa que despierta una enorme devoción en el barrio de la Cruz.

La cofradía que protagoniza la Madrugada montillana vio reducido su cortejo de nazarenos después de que los responsables del paso que porta al Santísimo Cristo de la Misericordia reclamasen la ayuda de algunos penitentes para poder afrontar con garantías la estación de penitencia, tras registrarse varias bajas de última hora en la cuadrilla.



Con las primeras luces del Viernes Santo hizo su salida desde San Agustín la hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores. Jesús Rescatado abrió el cortejo con el acompañamiento de la Centuria Romana Munda, que realizó el acto de La Lanzada al Cristo de la Yedra, antes de que el Nazareno y María Santísima de los Dolores regalaran al pueblo de Montilla su bendición ante las puertas del templo agustino, un enclave que, con las últimas luces del día, se vistió de luto para asistir a la salida de la Pontificia hermandad del Santo Entierro, Soledad y Angustias de la Madre de Dios.

Un año más, decenas de montillanos acompañaron durante su recorrido al Cristo Yacente en el Sepulcro y a María Santísima de la Soledad, que conmemoraba el primer centenario del estreno de su manto. Por su parte, el paso de Nuestra Señora de las Angustias permaneció en la iglesia de San Agustín, sin formar parte del cortejo, una circunstancia que fuentes próximas a la hermandad atribuyeron a la falta de costaleros.





El intenso Viernes Santo lo completó la hermandad del Sagrado Descendimiento, que volvió a repetir la gesta del pasado año cuando, por fin, pudo disfrutar de su manifestación pública de fe partiendo desde la capilla de la calle Fuente Álamo. El impresionante misterio, obra del imaginero Antonio Bernal, derrochó fervor y buen trabajo desde la primera chicotá en el interior de su sede canónica, con el acompañamiento musical de la Banda de Cornetas y Tambores Nuestra Señora del Rosario de Cádiz.



El broche de oro a la Semana Santa montillana volvió a ponerlo ayer la Hermandad del Santísimo Cristo Resucitado y Nuestra Señora de La Paz con un colorista desfile procesional en el que participaron hermanos de todas las cofradías de la ciudad con sus respectivos bordones y túnicas. El desfile, que concluyó pasadas las 15.15 de la tarde en la Parroquia de Santiago Apóstol, comenzó con el encuentro que protagonizaron el paso del Señor Resucitado y el de Las Tres Marías, un misterio realizado por el artista cordobés Antonio Bernal y que es portado por costaleras.

J.P. BELLIDO / REDACCIÓN
REPORTAJE GRÁFICO: JOSÉ ANTONIO AGUILAR
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