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El viaje que acabó

Curioso cómo perece un viaje. La vida es frágil y ahora lo sé. Imaginaba el tiempo eterno. ¡Infeliz! Imaginaba ser de nuevo la semilla que, cada año, se extrae de lo más profundo de mí. De lo más profundo de ti. Así de repente se consume todo. No hay despedida aunque se despidan todos de mí. Se dice que ves la vida pasar ante tus ojos.

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Serie 'El viaje que acabó' || © orádea 2011

Lo vi llegar, pausado e inequívoco. Sentí el desazón en lo más profundo de mis raíces como tantas veces lo mostraron tus ojos. Lo vi acercarse entre los árboles, cadencioso y vívido. Hubiera querido huir pero, como si de repente una llama iluminara todo mi tiempo, entendí que ya no tenía sentido correr. Quizá sea un acto de cobardía. Quizá dignidad aunque, poca dignidad haya en morir. Al cabo sentí un breve arañazo en la piel. Un latigazo. Un ardor.

Recuerdo aquellos días en que me solías preguntar si escribiría sobre ti al morir. Me sentí un enterrador más que otra cosa. "Claro" -mentí en mi interior-. "Puede", te dije. No me fío de mis letras. De mis palabras sí, pero no de mis letras. Y sobretodo, no me fío de mis sentimientos. Ellos me improvisan. Yo dispongo.

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Serie 'El viaje que acabó' || © orádea 2011

Recuerdo que mientras permanecías en silencio pensé en lo bello que pueda haber en la muerte. Quizá lo bello del sentimiento que se queda. Quizá la angustia y el dolor que derramados en la pluma, también sea hermoso. Sentí el camino andado en tu espalda mientras convergías en ti. Al cabo, como tantos días me fui de allí corriendo, aunque sin saber adónde ir.

Cuando ya no pude aguantar más empecé a derrotarme. Podría haber salido de allí con mis pasos acostumbrados pero no lo hice. Vi alejarse a los cernícalos cuando sobre ellos se cernía todo. Vi huir a las alimañas y las huestes de hojas. Algunas escapaban de mí. Otras se perdían en el huracán que tantas veces consumió la vorágine de la espiral. Lentamente todo comenzó. Poco a poco todo empezó a terminar. Yo también.

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Serie 'El viaje que acabó' || © orádea 2011

Recuerdo ver tu amenaza sobre los cielos y sentir una breve despedida. Primero pensé en cómo sacarte de allí y no sé por qué me vino a la cabeza aquel fotógrafo. "Qué absurdo es entrometerse en la pelea entre dos osos". Sentí mi dolor desordenado pero aún así, en mitad de la clausura de tus ojos, reí para mis adentros.

Nunca me gustaron los entierros, por eso no los transito. Tampoco sentirás mi hombro bajo tu cuerpo muerto. Después, como tantas veces, acaté sereno. Aún así detuve mi tierra ante ti. Quise llover y convocar las sedas con que sofocarte. Pero no fui.

Sencillamente observé tu camino ya inexcusable y retraté tu huida como la esquela que me pediste. Aterricé bajo tu vuelo y depuse la tétrica humareda que acabaría por disipar nuestra vieja amistad.

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Serie 'El viaje que acabó' || © orádea 2011

Así te vi emerger en una columna voluminosa y tupida de muerte. Velaste al mismo sol que dispuso sus luces dorando el atardecer. Comenzaste a caminar sobre los campos a los que diste vida. Las aves te miraban pasar. El polen, el oxígeno, tus hojas. Todo se repartía.

Te posabas sobre el trigo aventado. Las amapolas parecían las mismas gotas de tu sangre. Todo se entristecía con tu luto. Los árboles te respiraban y temieron por su vida también. Como los grandes sepelios, duraste varios días antes que la lluvia, al fin, desvistiera tu muerte. Hubiera querido ser yo quien lloviera.

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Serie 'El viaje que acabó' || © orádea 2011

Al fin, no hubo más. Desapareciste. Donde estuviste tú con los años estarán otros. Tu pérdida es irreparable pero no fue ni será la última. Sobreviviremos a tus cenizas. Sobre las de mi corazón ribeteo tu imagen postrera.

Cincelo las palabras que me pediste como buenamente puedo. Tu ausencia me consume, pero apacigua el incendio el recuerdo de tu olor. La aspereza de tu corteza suaviza mis grietas. Tu savia apaga el fuego que no pudiste apagar. Y así, habiendo sido parte del mundo, árbol querido, consumido por las llamas, convertido en humo, volando y posándote sobre la Tierra, te has ido.

DAVID CANTILLO
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