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Otra reforma educativa

La educación es la tonta del pueblo, por no emplear un calificativo más fuerte, que todos se creen en el derecho de manosear, de valorar o de indicar por dónde debe discurrir. De educación todos estamos preparados para dictaminar. Nos gusta valorar y decir qué es lo que hay que hacer. Todos nos creemos capacitados para opinar. Todos le decimos al maestro cómo tiene que actuar... ¡Hasta los políticos! Yo no podía ser menos y también voy a hablar sobre educación y dar mi humilde parecer. Pido disculpas por mi osadía.

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Partido político que está en el poder, partido político que modifica las leyes educativas vigentes. Tenemos un sistema educativo “prêt à porter”, sometido a transformaciones continuas. Según los aires políticos de turno, desde 1980 cada ley viene durando cinco años. Un lustro de vigencia, ni por asomo abarca a toda la franja estudiantil.

Cada Gobierno de la nación tiene que presentar una reforma total o parcial de la enseñanza. ¿Realmente es para adecuarla a las transformaciones y nuevas necesidades que experimenta nuestro pequeño mundo? Habría que estar reformando cada mes, pues esta sociedad en la que vivimos, cambia a un ritmo de vértigo. ¿O más bien es para satisfacer el “ego político”? ¿Si no lo hicieran así, piensan que no han pasado por el Gobierno?

¿Saben cuántas leyes de Educación hemos tenido en 150 años? En 1857 se aprueba la Ley de Instrucción Pública (Ley Moyano) que favorece una ordenación administrativa de la Enseñanza; la Ley General de Educación (Villar Palasí) de 1970 hace extensible la Enseñanza a toda la población para erradicar el analfabetismo que rondaba el 75 por ciento. Sería interesante dar más datos sobre ambas pero no hay espacio.

En 1978, la Constitución, en su artículo 27, establece los principios básicos que deben regir la legislación en materia educativa y que las leyes posteriores han de precisar (¿!?). En 1980 nace la LOECE; en 1985, la LODE; en el noventa, la LOGSE; en 1995, la LOPEG; la LOCFP (de FP) en 2002, junto con la LOCE; y en 2006, la LOE.

Perdonen el galimatías de las siglas (poner los nombres completos alargaría mucho esta columna) y piensen en las fechas. De la Ley Moyano a la de Villar Palasí transcurre un siglo; en 26 años (1980-2006) nacen todas las demás: siete leyes con sus correspondientes decretos adaptativo-reformativos. ¿Da tiempo a que cuajen los cambios?

La EGB de Villar Palasí abarcaba de 6 a 14 años y, al finalizarla, se obtenía un título de Graduado Escolar que permitía el paso a BUP o FP o un Certificado de Escolaridad para acceder a FP de primer grado. ¿Dónde está la novedad del Real Decreto 1147/2011 de 29 Julio sobre la FP? ¿Los cambios en verano para que nadie se percate de ellos?

Y cada Gobierno mete la mano en la orza para dejar huella de su paso por la política. Y mientras tanto, la educación va de mal en peor. ¿Para cuándo un pacto político de todos los partidos en pro de la Educación? ¿Realmente interesa un pueblo educado e instruido que pueda afrontar situaciones de crisis con dignidad e iniciativas? ¿O sólo queremos un pueblo analfabeto funcional inmerso en su mundo feliz? ¡Viva Huxley!

La solución más razonable sería un consenso educativo, un pacto escolar entre todos los partidos políticos. Una ley pensada, diseñada y debatida por expertos en Educación con independencia de su ideología. Pero claro, se me ocurre pensar que ¡dos españoles, tres opiniones! Y así nos luce el pelo. No abogo por un proceso inmovilista sino por una estabilidad fructífera. Nos jugamos el futuro de nuevas generaciones y ¡vamos ya con retraso!

El ministro Ángel Gabilondo, como docente que es (de Universidad), parece tener una cierta idea de lo que hay que hacer. Sólo que ¿por qué no lo ha hecho antes? Siempre las reformas se dejan para el último momento, como si con ello sólo pretendieran dejar constancia de su paso por el Gobierno. Y si hay cambio en La Moncloa ¿nos arriesgamos a otra ley?

Hace ya 25 años que desde dentro del sistema se defendía la estructuración del mismo en Bachillerato y FP. En aquellos años se planteaba que los estudiantes que no quisieran seguir estudiando pudieran pasar a una FP cualificadora, para así encontrar una vía de capacitación laboral digna, acreditada, que les permitiera insertarse en la red productiva debidamente preparados. Y dejarles la puerta abierta para que si, después de asentar sus fiebres juveniles, quisieran volver al sistema educativo para terminar de prepararse en la universidad, pudieran hacerlo.

Pero hablar de FP, como vía de salida, antes que abandonar el sistema, no era en esos años ni "progre" ni, mucho menos, "políticamente correcto" (por esa fechas aún no era usada esta expresión por la mayoría de la gente). Pronto eras catalogado de "facha retrógrado" o "clasista". Había que ir a la Universidad, que debía estar abierta para todos, porque todos teníamos derecho a ella al precio que fuera. Y ciertamente todos tenemos ese derecho irrenunciable pero ¿todos queríamos hacer uso de él?

En esos momentos se defendía, aún hoy se sigue haciendo, que a FP van sólo los tontos. ¡Burda mentira! A FP iban y van los que no quieren estudiar, los descolocados del sistema, también los vagos, y puede que algunos menos favorecidos intelectualmente, voy a admitirlo. De todas formas, perdonen si el comentario es demasiado agrio: ¡más vale tonto “empleao” que universitario “parao”!

El tiempo pone las cosas en su sitio. Lo lamentable es la cantidad de gente que se quedó en el camino frustrada y capada en sus posibilidades. La opción presentada en este momento tiene partes buenas y aristas que hacen daño. Dignificar la FP ha sido una encomiable reivindicación, que se viene haciendo desde hace muchos años, para tener técnicos debidamente preparados.

Estas medidas han sido consideradas por colectivos de padres y madres de alumnos y asociaciones de profesores como positivas, aunque "insuficientes y tardías". Habrá que esperar al desarrollo legislativo que haga cada comunidad y a la financiación que se dedique a ello. ¡Vacas flacas nos agobian!

Alemania -creo que toda persona que tenga una mínima información sobre el tema lo sabe- tiene una buena FP en marcha desde hace mucho tiempo y no creo que este país sea uno de los peores de nuestro ámbito. Tiene técnicos preparados y cualificados.

En una sociedad española que empezaba a levantar cabeza económicamente y se perfilaban filones de posibilidades de riqueza y bienestar, faltaba mano de obra cualificada, pero la Universidad era una meta para todos. ¿Podría el país soportar tanto universitario? Cada cual que piense lo que quiera.

Hoy exportamos universitarios como exportamos pepinos o tomates, a los que nos es imposible dar trabajo, como ayer exportábamos mano de obra barata a Francia, a la vendimia (este añossaldrán más de 100.000 personas a vendimiar) y ahora mismo albañiles desde el Campo de Gibraltar al sur de Francia.

¿Cuánto hemos gastado en esos universitarios para luego tenerlos frustrados? ¿Cuánto hemos gastado en esos universitarios, que si se marchan fuera -y ¡ojalá puedan hacerlo!- no cotizarán aquí?

¿Esta mini reforma significa rebajar todavía más el listón de la educación? ¿Con esta reforma los que quieran hacer FP estarán motivados a terminar la ESO? No creo que, pudiendo entrar en FP por la puerta de atrás, se rompan mucho el lomo. Simplemente, se acogerán a los Programas de Cualificación Profesional Inicial (PCPI) a partir de los 15 años y entrarán en la FP. ¿Más atajos? Y mientras tanto, el fracaso escolar aumentando. Les dejo con una pregunta envenenada: ¿debería ser la educación un asunto exclusivamente estatal?

Postdata: soy consciente de que toco demasiados palos, pero el tema merece nuestra atención y reflexión. Para quien tenga interés en ampliar información le remito al Real Decreto citado en el artículo, a la espera del ulterior desarrollo que haga cada Comunidad.
PEPE CANTILLO
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