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Alfredo Dagnino defiende la Pasión de Cristo como "la expresión de la Historia de la Salvación"

Representantes del Derecho y de la Judicatura, junto a autoridades y representantes de colectivos montillanos se dieron cita anoche en el Salón Municipal San Juan de Dios para asistir a uno de los actos principales de la Semana Santa de la provincia: la Sentencia a Jesús que promovió, por trigésimo año, la Centuria Romana Munda.


En esta ocasión, el encargado de asumir el fallo condenatorio a Jesús, que dio comienzo a las 20.00 de la tarde en el Salón Municipal San Juan de Dios, fue el madrileño Alfredo Dagnino y Guerra, Letrado Mayor del Consejo de Estado y abogado en ejercicio, quien inició su intervención parafraseando a Miguel de Cervantes, precisamente en un enclave en el que se desarrolla parte de la trama de El Coloquio de los Perros, una de sus Novelas Ejemplares más famosas.

Tras los agradecimientos de rigor, en los que aludió expresamente al presidente de la Centuria Romana Munda, Rafael Ramírez Laguna, así como a los coordinadores de la Sentencia, Francisco Criado y Manuel Espejo, Alfredo Dagnino tuvo palabras de elogio hacia su presentador y sentenciador del pasado año, Jorge Rodríguez-Zapata, "maestro y mentor, además de amigo entrañable y compañero de Cuerpo".

Después de asumir la responsabilidad como sentenciador "en forma de jurisdicción delegada de manos de la Centuria Romana", Alfredo Dagnino subrayó que "la Pasión de Jesús ha sido examinada –y admite ser examinada– desde diversos ángulos: además de la perspectiva de la teología, la espiritualidad y la mística, el arte y la imaginería, la Historia Sagrada y otras posibles, hay también una perspectiva jurídica o histórico-jurídica en el proceso que lleva a la condena de Jesús de Nazaret a morir en la cruz".

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"Soy plenamente consciente de que la Sentencia Romana nos apela a contemplar y meditar la pasión y muerte de Jesucristo, pero tiene una especial singularidad, hacerlo desde la perspectiva de la justicia de los hombres", resaltó el Letrado Mayor del Consejo de Estado, para quien "la pasión, muerte y resurrección de Cristo ha de contemplarse como la expresión de la Historia de la Salvación fundada en la persona de Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre".

En presencia del alcalde de Montilla, Rafael Llamas, el trigésimo sentenciador romano sostuvo que "la salvación de la humanidad aparece con el nacimiento, vida, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret y en ella alcanza su significado, tanto la afirmación de que Jesús fue crucificado, como que Jesús es el Hijo de Dios". Y, en ese sentido, añadió que "si las separamos, en nombre de una supuesta racionalidad, ambas pierden su sentido genuino".

Sirviéndose de autores como el filósofo francés Rémi Brague, el alemán Walter Benjamin o, incluso, el jurista madrileño José Leandro Martínez-Cardós, sentenciador del año 2019, Alfredo Dagnino quiso analizar los misterios de la pasión y muerte de Cristo vistos desde la perspectiva de un proceso judicial del que, a su juicio, "dependió el acontecimiento más importante de la historia de la humanidad".


Para el experto jurista, "el proceso de Cristo no respondió precisamente a un paradigma de orden y armonía a la luz de la concurrencia de jurisdicciones, de leyes y de procedimientos aplicables", sino que "acumuló un sinfín de paradojas, contradicciones y, desde luego, graves infracciones jurídicas y quiebra de garantías procesales".

En ese sentido, Alfredo Dagnino defendió que "la pasión y muerte de Jesucristo fue el resultado de un juicio que difícilmente admite ser calificado de 'proceso', en el que formalmente confluyeron dos tradiciones jurídicas, dos jurisdicciones y dos fueros: el hebreo y el romano". Y resaltó que, en el mismo, "subyace la arbitrariedad e iniquidad propia de los procesos políticos o revolucionarios que son, por principio y como demuestra la propia historia, la negación radical de la justicia".

Sobre los hechos objeto del proceso, el trigésimo sentenciador romano –que es Consejero Dominical del Grupo COPE por designación de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española–, defendió la existencia de una "verdadera conspiración contra Jesús" urdida en el seno del Sanedrín, cuyo sumo sacerdote, Caifás, "haciendo gala de una mentalidad saducea, no duda en postular el sacrificio de un inocente en aras del supuesto bien de la nación, expuesta al riesgo de una sublevación del pueblo judío y al temor de la reacción que pudiera desatar esa situación de subversión por parte de las autoridades romanas".

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"Aunque no sea posible determinar con absoluta certeza qué fue exactamente lo que motivó la detención de Jesús, cabe pensar que no fue la supuesta profesión de mesianismo de Jesús hecha por sus discípulos, ni tampoco la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, aunque los evangelistas la destacan como proclamación pública de su dignidad regia", apuntó Alfredo Dagnino, quien hizo hincapié en la "incompetencia" del Sanedrín para juzgar a Jesús por un delito de sedición, como también para imponer la pena de muerte por un delito de blasfemia.

Después de dar lectura a su sentencia en el Salón Municipal San Juan de Dios, Alfredo Dagnino y Guerra fue escoltado por los integrantes de la Centuria Romana Munda hasta la Parroquia de Santiago Apóstol, donde se reprodujo el Pretorio romano y en el que se ritualizó el final del acto.

Ante el centenario Ecce Homo de Juan de Mesa El Mozo –que, desde 1992, viene protagonizando este popular acto–, el Letrado Mayor del Consejo de Estado, que recientemente ha sido nombrado por la Conferencia Episcopal Española director de Auditoría Interna y Cumplimiento Normativo, procedió a la lectura del fallo decretado por el gobernador romano Poncio Pilato, mediante el que se condena a Cristo a ser azotado y a morir en la cruz.


"Te condeno Señor, porque con Tu muerte en la cruz y el triunfo de Tu resurrección, nos recuerdas a los hombres tu infinita misericordia, Tu inigualable sacrificio por nuestros pecados, y nos ayuda a descubrir la presencia y la bondad de Dios Creador y Padre", expresó el sentenciador, quien defendió en el templo mayor de Montilla que "si el hombre por sí solo, sin Dios, sin Verdad, sin Moral, puede decidir lo que es bueno y lo que es malo, lo que es justo y lo que es injusto, también puede disponer las mayores aberraciones para el hombre y la humanidad".

"Con esa meditación me atrevo a condenarte, Señor, porque así se cumple la voluntad del Padre y la tuya, y porque eres Tú en quien creo y de quien dependo; en tu amor y misericordia infinita, que nos transforma y nos redime", concluyó el sentenciador.

J.P. BELLIDO / REDACCIÓN
REPORTAJE GRÁFICO: JOSÉ ANTONIO AGUILAR

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