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El tonto bienintencionado

Pocas cosas hay más peligrosas que un tonto con buenas intenciones. José Luis Rodríguez Zapatero es, muy probablemente, una excelente persona: un tipo amable, cargado de bondad y buenas intenciones. Pero, para muchos, entre los que me incluyo, ha sido el más nefasto presidente de la historia democrática de España, que dejó a su economía en ruinas, dio alas al separatismo, dividió a los españoles, retrotrajo su memoria a los odios guerracivilistas y acabó por exacerbar hasta los peores límites cualquier problema con que se tropezara.



Como un aprendiz de brujo, terminó por hacer estallar todas las calderas y hacer volar la alquimia entera. Todo ello con una sonrisa, con la más plácida inconsciencia. O, al menos, eso señalan como excusa los defensores de sus propósitos. Porque hoy encontrar defensores de su ejecutoria y hechos es verdaderamente difícil. Bueno, tal vez los que ahora emigran de la “ceja” a la “coleta” de Podemos, de quienes parece el profeta precursor, y que fueron su guardia de corps.

Pero no solo ZP fue una ruina para España. Es que fue letal para su partido. Lo dejó hecho unos zorros, desvertebrado, roto y desnortado. Y, a lo que se ve, parece seguir poniendo todo su empeño en culminar la tarea. Porque lo que en estos momentos parece intentar es conseguir, junto al entorchado de peor presidente, lograr el título de ser también el peor expresidente. Y seguir haciendo daño a España y a su partido. Porque se lo está haciendo.

Durante el tiempo que estuvo callado y quieto pareció que podríamos hasta llegar a perdonarle un poco. Pero ha decidido recordarnos, con sus disparates actuales, los disparates pasados. La fiebre viajera le sacude y no hay semana que ello no suponga un un roto para la nación y para el PSOE.

Se va de viaje con Moratinos y Bono a Guinea. Que ¿a qué fueron a Guinea de verdad, si puede saberse? Y luego aquí con el manchego se monta una cena con Podemos y se llevan de convidado a Page. ¿A santo de qué el encuentro? ¿Frivolidad? ¿Pacto? Una deslealtad más que evidente en cualquier caso con su secretario general, Pedro Sánchez, por parte de los tres y, aún más, por orgánica, de Emiliano García-Page.

Como tal la tomó el nuevo líder del PSOE, que se agarró un enfado que aún le dura. Pero que luego lo exculpó, porque en la siguiente “sí le había avisado”, aunque a quien hiciera esta vez polvo fuera a España, yéndose a confraternizar, también a escondidas hasta después de la foto, con Castro y, de nuevo, con Curro Moratinos al ladito. Ocultando tal encuentro y no dignándose siquiera a avisar previamente, que desde luego ahora es muy fácil con los teléfonos, como se demostró que hicieron cuando el escándalo ya estaba montado.

Pero no hay dos sin tres y ahora la ha liado con Marruecos. Rememorando aquel viaje aranero de cuando estaba en la oposición y estaba España teniéndoselas tiesas con Marruecos y él se fue a fotografiarse con el monarca vecino con un mapa donde Ceuta y Melilla aparecían como parte de Marruecos.

En esta ocasión no se sabe con qué foto nos deleitará pero lo que sí hace es vulnerar la política de Estado con respecto al Sáhara, contra resoluciones de la Unión Africana, de la ONU y del parecer de su propio partido, que no sabe qué hacer para ponerse de lado y, por supuesto, poniendo en un brete a nuestra diplomacia. Que además el acto en sí suponga una verdadera traición al pueblo saharaui es algo que ya debe parecerle irrelevante.

En fin, que dicen por mis tierras alcarreñas que tú dale a un tonto un punto de apoyo y se apodera del mundo. Y dicen también que los caminos al infierno siempre han estado empedrados de buenas intenciones. En el refranero lo dejo y a ustedes, las conclusiones.

ANTONIO PÉREZ HENARES

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