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Asnos estúpidos

Una profunda impotencia lo invadía mientras recogía los últimos papeles del estante que le adjudicaron a su llegada al laboratorio. Por paradójico que parezca, los folios de la exhaustiva investigación biomédica desarrollada durante todos estos años cabían en un par de cajas de paquetes de folios vacías.

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Lo despedían porque no había dinero para su investigación, ni le dieron más datos ni lo miraron a los ojos al decírselo; y ni todo el apoyo que le ofrecieron sus compañeros, también despedidos, pudo consolarlo. La fuerte patada que le propinó a la puerta de salida para abrirla canalizó toda la rabia contenida hasta ese momento. Después, sin volver la vista atrás, como Ulises al partir de Ítaca, se fue.

Durante la vuelta en metro su mente no dejó de planificarle el futuro como lo hacen los padres que quieren ver superadas las frustraciones de su infancia en sus hijos, y una única cosa le quedó clara: en España no podía quedarse.

Al llegar a casa, le costó trabajo meter la llave en la cerradura: el peso del material que traía del laboratorio se dejaba sentir demasiado en sus brazos y, para abrir el cerrojo superior, tuvo que dejar las cajas en el suelo. Cerró la puerta tras de sí ayudado por la pierna, dejó caer las cosas en el vestíbulo, junto al paragüero, y se tiró en el sofá.

La primera cara con la que se topó al encender la televisión fue la de un fulano, hijo de una folclórica (o eso creía, porque siempre le había importado bastante poco) conduciendo un recién estrenado BMW X6 para cuya financiación serían necesarios varios años dedicando su sueldo íntegramente. La desagradable bofetada de realidad le hizo golpear con furia, casi instintivamente, el botón off de su mando a distancia.

Decidió entonces darse una ducha: fue a su dormitorio, cogió ropa interior limpia y entró en el baño. Al encender la radio escuchó que el presupuesto del Real Madrid C.F., con 510 millones de euros, era el más alto de la Historia. Hecho que, para el periodista, sin la menor duda, demostraba el gran acierto que supone el modelo económico de Florentino.

Como quiera que aún estaba vestido, pudo salir de su cuarto de baño, coger el compact disc de Areta Franklin, abrir el agua caliente y olvidarse de todo durante un rato.

España sigue rezagada en el pelotón de los torpes del I+D+I (investigación, desarrollo e innovación) ocupando el puesto 18 de la UE. En Bruselas se acordó invertir, al menos, el 3 por ciento del PIB en investigación y desarrollo científico, pero el país de la tortilla de patatas y la pandereta; de folclóricas y futbolistas millonarios; el país de los corruptos inocentes y los jueces culpables sólo dedica el 1,39 por ciento, situación que no tiene visos de mejorar con la actual política de recortes.

“Es una lástima que al examinar el presupuesto de España, haya habido reducciones en ese ámbito”, ha declarado la comisaria de Investigación e Innovación, la irlandesa Máire Geoghegan-Quinn, que subraya que los países que más han invertido son los que mejor han hecho frente a la crisis, mientras que los del pelotón de cola son los que peor lo están pasando. En definitiva: un país sin estrategia de innovación no saldrá de la crisis.

Pero Spain is different y en enero fueron despedidos los últimos investigadores afectados por el ERE del Centro de Investigación Príncipe Felipe del pasado noviembre, los que acababan contrato con las uvas.

Entre las líneas de investigación con las que cuenta (contaba) el CPIF, con sede en Valencia, se encuentran, por ejemplo, la Medicina Regenerativa, que se encarga, entre otros, del estudio de la regeneración y reparación vascular, minucias; o la regeneración neuronal, algo también completamente prescindible.

En Canarias construimos el Gran Telescopio de Canarias, el mayor telescopio óptico del mundo, pero ahora no se dedica dinero a su mantenimiento. La situación está llegando a tales extremos que los propios investigadores son los que señalan las tres salidas profesionales que existen si te dedicas a la ciencia en España: por tierra, mar y aire.

Hace unos días, #cierrecanalplusfrancia fue el trending topic por excelencia en nuestro país. La avalancha de reacciones y críticas por la mofa hacia los deportistas españoles de los muñecos del guiñol francés llegaron a tal extremo que el Gobierno ha enviado una carta al Ministerio de Deportes de Francia para expresar su queja y disgusto por el vídeo de los guiñoles en Canal+ Francia a cuenta de la sanción a Contador… ¿Han quedado suficientemente claras nuestras prioridades?

Y resulta que ocupamos la cúspide de la carrera evolutiva por un rasgo muy concreto: la inteligencia. Sí, aunque nos empeñemos en demostrar lo contrario, somos seres inteligentes. Pero no todos lo tienen tan claro.

Isaac Asimov, en Asnos Estúpidos (1975) se planteaba si, realmente, éramos una raza inteligente. En este cuento, el gran Naron eliminaba a la raza humana del Registro de las Razas Inteligentes por hacer pruebas nucleares en su propio planeta:

- Pero si poseen la energía termonuclear, ¿dónde realizan las pruebas y las explosiones?

- En su propio planeta, señor.

Naron se irguió en sus seis metros de estatura y tronó:

- ¿En su propio planeta?

- Sí, señor.

Con gesto pausado, Naron sacó la pluma y tachó con una raya la última anotación en el libro pequeño. Era un hecho sin precedentes; pero es que Naron era muy sabio y capaz de ver lo inevitable como nadie en la galaxia.

- ¡Asnos estúpidos!- murmuró.


Se me ocurren muchos más motivos por los que deberíamos ser eliminados del registro de las razas inteligentes que han llegado a la madurez, y recortar en I+D+I provocando un éxodo de investigadores es uno de ellos.

Pero luego, no se engañen, nos obligan a estudiar a Newton, Mendel y Ramón y Cajal, porque un científico reconocido es un científico muerto. Dejemos la fama en vida para los “Cristianos Ronaldos”, las “Belenes Esteban” y la madre que los parió.

El día de mañana, en la sala de espera de su médico, consuélese hojeando en el ¡Hola! el ostentoso comedor de Norma Duval o el “caprichito” que Kiko Rivera le ha regalado a su “Jessi” en forma de Mini descapotable mientras se pregunta ¿pero no han encontrado ya algún remedio para lo mío? ¡Que inventen ellos! Si Unamuno y Baroja levantaran la cabeza…
PABLO POÓ
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