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Arte y Mitología: Atalanta e Hipómenes

¿Por qué uno de los leones de bronce que forma parte de la pareja que se encuentra a la entrada del Congreso de los Diputados no tiene testículos? Esta es la pregunta que algunos se han hecho cuando tiempo atrás alguien observó que carecía de ellos. A partir de este “descubrimiento” tardío, los medios de comunicación, especialmente los televisivos, han preguntado a la gente qué opinaba sobre el tema: si había que dejar al león tal como estaba o si se les debía de añadir para que fuera un león “de verdad”.

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Me llama la atención que nadie se hiciera la pregunta de la razón por la cual el autor de ambas esculturas los había realizado de esta forma, pues lo razonable es pensar que no se le habían olvidado, sino que intencionadamente creó estas esculturas con esa ausencia, que a mi modo de ver estaba plenamente justificada.

Pero más me ha llamado la atención que nadie del Congreso, ni de los medios tan interesados en transformar este dato en una anécdota o chiste, se informara mínimamente, ya que tiene en el mismo Madrid y a unos pocos metros del edificio la respuesta correcta plasmada en una escultura y en un lienzo: la fuente dedicada a la diosa Cibeles y un magnífico cuadro que cuelga en el Museo del Prado.

Pues bien, voy a explicar las razones de esta misteriosa ausencia, poniendo un tanto en evidencia la superficialidad con la que en ocasiones se abordan temas que convendría informarse más detenidamente. Y para ello, comenzaremos analizando un enorme cuadro, de aproximadamente 3 metros de ancho por 2 de alto, realizado en 1612 por el pintor italiano Guido Reni (1575-1642) y que lleva por nombre Atalanta e Hipómenes.

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Tal como he apuntado, el lienzo está colgado para ser contemplado por los visitantes en uno de los largos pasillos del Museo del Prado, edificio muy cercano al Congreso de los Diputados.

Desde el punto de vista artístico, la escena parece una representación de una danza clásica, llevada a cabo entre dos personajes jóvenes, ya que los cuerpos se encuentran en pleno movimiento, al tiempo que las telas ondean al viento que las agita. Sin embargo, es una carrera en la que compiten Hipómenes y la bella Atalanta por llegar el primero a la meta, ya que Hipómenes se juega la vida en ella.

Pero comencemos por el relato que aparece descrito en las Metamorfosis del poeta latino Ovidio, y que toma como referencia una fábula extendida entre el pueblo griego. Según la mitología griega, el padre de Atalanta solo quería tener hijos varones, por lo que al nacer su hija la abandona en el monte Partenio. Para suerte de la pequeña Atalanta, una osa la cuida y le da de amamantar, hasta que es recogida por unos pastores que se hacen cargo de ella.

Vivir en plena naturaleza y sin estar ligada a ningún hombre serán sus señales de identidad. Con el paso del tiempo, se convierte en una bella y ágil mujer que desea consagrar su vida a Artemisa, diosa de la cacería y de los bosques.

Para mantenerse siempre virgen idea una prueba: solo se casará con el que sea capaz de vencerle en una carrera. La belleza de Atalanta atrae a muchos hombres, pero cuando saben que pone como condición que en caso de ser derrotados morirán los hace desistir de competir con tan veloz mujer.

A pesar de ello, un joven con el nombre de Hipómenes queda prendado de la belleza de Atalanta y decide competir con ella. Pero antes, acude a Afrodita, la diosa del amor, para que le ayude (en la versión latina se habla de la diosa Venus). Esta le proporciona tres manzanas de oro, para que en la cerrera las vaya tirando al suelo con el fin de distraer a su rival en la lid.

Efectivamente, y tal como aparece en el cuadro de Guido Reni, a medida que van corriendo, Hipómenes las va dejando caer para que Atalanta, seducida por el encanto de las manzanas, las vaya recogiendo del suelo.

En el lienzo del pintor italiano, vemos que la figura femenina tiene dos manzanas de oro en su mano izquierda, por lo que se entiende que retrocede y se agacha para recoger la tercera, mientras Hipómenes mira hacia atrás y con su mano derecha parece que desea frenar a su competidora.

Textualmente, Ovidio en las Metamorfosis nos dice lo siguiente: “Así que entonces tiró una de las tres manzanas de oro el árbol. Ella quedó asombrada y, ansiando hacerse con la reluciente fruta, se desvió a un lado cogiendo la manzana de oro que rodaba. Él la adelantó y los espectadores aplaudieron.” (Capítulo 10, página 664).

Así pues, Hipómenes se libra de la muerte y Atalanta cumple con su promesa: ambos se casan enamorados, por lo que comparten cacerías y hazañas.

Pero un día, gozan de su amor en uno de los templos dedicados a la diosa Cibeles. Esta enfurecida por el sacrilegio que cometen los castiga transformándolos en dos leones, que, además, serán los que tiren del carro en el que ella se trasladaba.

Este es en esencia el mito que nos da la explicación que aclara la pregunta con la que comenzaba el artículo. Hay, pues, un relato mitológico que da sentido al reciente “descubrimiento” del que nos han hablado los medios.

Por otro lado, todos sabemos que en el comienzo del Paseo del Prado de Madrid se encuentra una fuente dedicada a la diosa Cibeles, sentada en un carro tirado por dos leones que se relacionan con Atalanta e Hipómenes. ¿Nadie se percató de ello? ¿Nadie se le ocurrió pensar en la semejanza con la otra pareja de leones?

Creo que no era tan complicado imaginar que los que se encuentran a la entrada del Congreso de Diputados hacen alusión a estos dos personajes de la mitología grecorromana, por lo que, en consecuencia, se comprende que uno de ellos no tenga testículos, ya que es la pobre Atalanta condenada por la diosa Cibeles a penar el resto de sus días en el cuerpo de un felino.

AURELIANO SÁINZ

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