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Centrémonos

Queridos lectores, hoy vamos a empezar la lección jugando a la cultura clásica. Para ello, debemos acudir a nuestra retrógrada Real Academia Española –si está inconforme con esta acusación, acérquese a la definición de “matrimonio”- para analizar el origen de las dos partes que conforman la palabra “videoconsola”, uno de los ejes de estos artículos: video y consola. No hacía falta ser ningún Nobel para descifrar este enigma.

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Pues bien, tenemos vídeo (del latín video, muy original todo) que la RAE define como sistema de reproducción de imágenes con sonidos o no. Por otro lado, tenemos consola (del francés console) que vendría a ser un dispositivo que contiene los instrumentos para su control. También una mesa sin cajones que… pero eso no viene mucho a cuento. No venimos de Ikea.

Retomando el tema principal de la suma de sendas descripciones, podríamos considerar una videoconsola como “un dispositivo con el que se controlan las imágenes que reproduce”. Imágenes que de por sí, se interpreta que pertenecen a videojuegos. Hasta aquí todo claro. O eso parecía, hasta que tuvo que llegar Albert Penello y echar por tierra nuestra explicación elaborada con esmero. Una gracia.

Para este alto cargo de la firma Xbox, según ha afirmado en una reciente declaración, "la idea de que una consola sea un dispositivo para una sola cosa es algo del pasado. El futuro es el producto multitarea: un aparato que sirva para más cosas aparte de jugar en casa". Tuvo que venir un norteamericano para destrozar la labor de los estudiosos de la RAE.

Metiendo en vereda este asunto, Penello no podía estar más perdido, más alejado de la opinión de los jugadores. Desde que Microsoft presentó Xbox One en aquel evento previo al E3, se dejó claro que la futura sobremesa se centraría mucho más en su carácter multimedia que en su función clásica: servir como plataforma donde insertar un disco y disfrutar del producto mientras se sostiene el pad. Y no podían estar más equivocados. Los jugadores quieren, como bien denomina el vocablo, jugar.

Este comentario tampoco debe ser usado con aviesas intenciones, no hagamos demagogia. Todo añadido de una consola que implique apartarse varios minutos del uso de juegos es de agradecer, con el consecuente esfuerzo por parte de la compañía de elaborar ese contenido. Pero hay que mantener unos límites: que una tostadora tenga radio es toda una consideración, pero si el cachivache nos quema las tostadas, resulta del todo inútil dicha fusión. Con el hardware de los videojuegos pasa exactamente igual.

De hecho, la introducción de elementos externos a los juegos no es una novedad que introdujera la pasada generación (PS3, Xbox 360 y Wii). Si hacemos memoria, la primera Playstation podía reproducir CD de música, PS2 soportaba ya por aquel entonces un rudimentario sistema de juego online. Incluso Game Boy Advance tuvo diversos cartuchos que contenían capítulos de series animadas como Pokémon o Bob Esponja.

Sin embargo, por aquella época, los jugadores en líneas generales, estaban más satisfechos. ¿A qué se puede atribuir el desasosiego actual? A muchos hechos, pero entre ellos la preponderancia del interés por mantener con vida artilugios de música –Vidzone-, programas de mensajería instantánea –Skype- y demás simplezas que por su parte ya ofrece internet, en lugar de apoyar con mayor gana el desarrollo de third parties o el interno.

Microsoft tiene que aprender mucho de todo esto, una compañía que ha basado su punto fuerte en el carácter multifuncional de la consola, no en apoyar un catálogo con peso y nombre propio. Sin tener en cuenta los procesos de regulación de su política al respecto de la segunda mano, el online permanente… todo basto campo de pastado para sus detractores.

Luego están Sony y Nintendo, que siempre tuvieron en cuenta que PS4 y Wii U eran plataformas de juego, pero que a día de hoy sigue sin surtir de títulos relevantes y jugosos un catálogo que adolece de pobre e insulso. Por una cosa o por otra, nadie está sabiendo mover sus alfiles con maestría. Una lástima.

Aun con todas, a pesar de la desorientación generalizada, es cierto que Nintendo se lleva el palmo en lo que a darle importancia al software se refiere. Claro que están liados con el retraso de Nintendo Tvii, pero… ¿acaso no es la única compañía que de veras sigue creyendo que las videoconsolas son “dispositivos con los que se controlan las imágenes que reproducen”?

Para que fluya la ilusión de antaño, los jugadores deben contemplar cómo las grandes casas se desviven por lo que ellos quieren: los juegos, que igual supone un retroceso al “pasado” del que Penello parecía jactarse. Observar que dejan a un lado añadidos que nunca nadie solicitó. Asegurarse, de que se centran en lo que ellos quieren adquirir y consumir.

SALVADOR BELIZÓN / REDACCIÓN

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