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Otra vez Franco a pasear

Cada cierto tiempo, y de manera recurrente, aquí volvemos a Franco, que va para los 38 años ya que murió pero que para algunos anda resucitado y se les aparece por todas las esquinas. Hace unos días lo han sacado a pasear los de Izquierda Unida en el Parlamento y se han unido casi todos a la procesión.

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Por lo visto, la cosa era reprobar el 18 de julio como en la Ley de Memoria Histórica de los colegas del PSOE. Y si hubiera sido sobre enterrar a los muertos como Dios o la dignidad humana mandan, pues de acuerdo todos. Pero, como ahora sucede, la cuestión era la de conseguir una especie de cédula o bula de antifranquistas para cascarles a los que se opusieran el sambenito de "fachas" y de "herederos espirituales de la dictadura".

Por tanto, más iba la cosa de establecer trincheras por pasados, carnés de buenos y malos –por referencias- y sacar a pasear el odio como si no hubiera habido ya bastantes paseos y barbaridades en la más terrible pagina de la historia de España. Por cierto, el franquismo fue “condenado” por unanimidad por parte de absolutamente todos los grupos en solemne sesión parlamentaria en el año 2002.

Acabo de publicar un libro titulado Yo, que sí corrí delante de los grises. Se trata de una memoria emocional de mi juventud, que trascurrió en aquellos últimos años del franquismo. Se alumbran un par de cosas: la primera, que muchos de quienes ahora usurpan el protagonismo de aquella lucha, en los tiempos del miedo y también de la esperanza, no estuvieron en ella y síi muy bien parapetados en el burladero, cuando no en tendidos contrarios y al sol. Cara al sol, vamos.

Otros, luchando en las sombras, lo hicieron –y en la humildad y la pequeñez, yo también- con un espíritu que nada tiene que ver con el que ahora exhibieron sus presuntos herederos en las Cortes. Si había algo claro, y lo había, eran la democracia y la libertad, que dictadura ninguna, ni la nuestra, que dijo Camacho y que había que lograr la reconciliación nacional, pasar de una vez aquel cuajarón de sangre, represión y tiniebla y mirar hacía el futuro.

La generosidad, el ímpetu de toda una sociedad, desde la derecha a la izquierda, lo consiguió. Se consiguieron la libertad, los derechos democráticos y se estamparon solemnemente, votados por abrumadora mayoría, en una Constitución que era y es la Ley de Leyes como recipiente del común denominador de convivencia, valores, derechos y deberes de todos los españoles.

Lo que yo pensaba, y tantos , quedó muy bien expuesto una tarde del año 1977 en ese mismo hemiciclo de Congreso de los Diputados con las siguientes palabras: "(...) Cómo podríamos reconciliarnos los que nos habíamos estado matando los unos a los otros si no borrábamos ese pasado de una vez para siempre. Queremos abrir la vía a la paz y a la libertad. Queremos cerrar una etapa. Queremos abrir otra. Nosotros precisamente, los comunistas, que tantas heridas tenemos, que tanto hemos sufrido, hemos enterrado a nuestros muertos y nuestros rencores. Nosotros estamos resueltos a marchar hacia adelante en esa vía de la libertad, en esa vía de la paz y del progreso, pedimos amnistía para todos, sin exclusión del lugar en que hubiera estado nadie (...)".

Pues yo sigo pensando exactamente igual, aunque el mismo que las pronunció, luego las arrojara por la borda y, ahora, algunos quieran tirarlas al cubo de la basura, junto con aquella Constitución y aquel espíritu de concordia y superación. Pero dejan muy claro quién y quiénes han cambiado aquí.

ANTONIO PÉREZ HENARES
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