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Falsedad pública

Currículum vitae (carrera de la vida), antecedentes, historial, hoja de servicios. Según la RAE, el currículum vitae hace referencia a la “relación de los títulos, honores, cargos, trabajos realizados, datos biográficos, etc., que califican a una persona”. Digamos que es algo así como el ADN socio-académico-laboral de un sujeto. Perdonen que no diga “sujeta”.

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Apropiarse de títulos académicos es relativamente fácil si quien los tiene que confirmar no lo hace. Antes existía la costumbre de que cuando alguien alegaba poseer un título universitario se le pedía que presentara el original o una fotocopia compulsada para verificarlo.

La norma no está derogada, solo que para aportarla a nivel político, nadie se suele preocupar de ratificar dichos datos o corregirlos. Ello permitiría refrendar que dicho título era verdadero. Aun así existe una tradición de “colaera” de títulos en los distintos estamentos que, posteriormente, han podido ser desenmascarados. Los políticos siempre alegan que ha habido una “mala traducción, una supuesta interpretación” por parte de quien recibe dicho expediente vitae. ¡Vamos, un malentendido!

Parece ser que es fácil decir que "soy titulado en tal o cual cosa" por el hecho de haber cursado un año o dos de dicha carrera. Tomás Burgos Gallego, actual secretario de Estado de la Seguridad Social, es uno de esos casos. Ha cursado un año de Medicina y, por ello, ya es médico.

Podría haber dicho que estaba en camino de ser médico, que le quedaban equis asignaturas para terminar la carrera. Pero no, afirma en su currículo que es "mé-di-co" y ya está. Esta situación no es de ahora.

En la Legislatura de 2000-2004 ya constaba que era licenciado en Medicina, amén de ser diplomado en Gestión Sanitaria y Dirección de Instituciones Sanitarias. Capacitación por la que el Gobierno le nombra secretario de Estado.

Se descubre que no es médico, que solo está en camino de serlo pero que, posiblemente -esta frase es un juicio de valor por mi parte-, con lo atareado que está en su nuevo cargo, no podrá obtener el latoso título. Y digo yo ¿para qué sirve un título? Total…

La referencia actual sobre Burgos en la página de La Moncloa ha sido corregida y ahora se especifica que “tiene formación universitaria en Medicina y que es experto en Gestión Sanitaria”, además de diversas Diplomaturas, todas ellas conseguidas mientras detentaba cargos públicos. No es lo mismo decir que "es médico" a decir que "tiene formación en Medicina". Y, desde luego, ser "experto en Gestión Sanitaria" no implica ser médico.

Un portavoz del Ministerio de Empleo y Seguridad Social atribuyó a “un error técnico, un fallo de coordinación o de comunicación” el hecho de que en la “fiel” biografía del secretario de Estado de la Seguridad Social, que se difundió en la referencia oficial del Consejo de Ministros del pasado 30 de diciembre, hubiera un error.

Esta historia no viene de ahora, lo cual indica que ha habido tiempo para rectificar, bien por parte del interesado o por los “entes” a los que ha prestado sus servicios. Pero ¿qué importancia tiene una mentirijilla más o menos si con ello no hago daño a nadie?

Como podréis comprender, el problema no es un título más o menos. El trasfondo del asunto es más grave: se engaña a la Administración, se miente al Gobierno -o ¿quizás éste se deja engatusar porque el tema le resbala?-, se raposea al contribuyente. Bueno, esto último es “pecata minuta” dado que el susodicho contribuyente debe ser cortito de entendederas por cómo nos la cuelan por todas partes.

Desde el punto de vista moral, mentir sobre una determinada materia o sobre datos personales no es correcto. El concepto "verdad" hace referencia a "sinceridad", "honestidad" o "buena fe". La verdad es una virtud que habla del valor moral de una persona, se refiere a la autenticidad de una persona, a una forma de hacer personal y socialmente congruente con lo que el individuo es, no con lo que le gustaría ser.

La mentira oculta la realidad, la falsea. El mentiroso está mal visto y cuando alguien es cogido en una mentira, se le recrimina, se le echa en cara dicha conducta. El refranero dice que “antes se coge a un mentiroso que a un cojo”.

El problema de decir mentiras es que el sujeto termina por creérselas con lo que se engaña a si mismo y, lo que es peor, engaña a los demás. Os invito a leer esta narración sobre la verdad y la mentira.

Este cojo ya está cogido pero aquí no pasa nada. ¿Debe dimitir dicho señor? ¡Se callen, coño! ¡Aquí no dimite nadie! ¿Esto es razón para dejar un puesto de relevancia y un momio sueldo? ¿Dónde está la ética de nuestros políticos? Creo que este señor no debe dimitir, sino que la autoridad competente, en este caso la ministra del ramo, lo debe fulminar.

Atribuirse carrera o atribuirle carreras, como en el caso de Elena Valenciano, parece ser algo normal. Vamos, que voy al mercadillo y consigo los títulos que sea necesario y aquí paz y después gloria. Y gloria es lo que esperan estos graduados en proyecto o, si ustedes quieren, "licenciados en ciernes".

Recuerdo que los italianos suelen magnificar los títulos hasta lo indecible. Si un sujeto es licenciado no tienen reparos en llamarle “dottore”. Vamos, como en España, que a la mayoría de médicos les damos el título de "doctor" -y ellos también se lo aplican- cuando, en realidad, la mayoría solo son licenciados. No pretendo meterme con los médicos: solo reflejo su estatus académico.

Para ser doctor hay que obtener un doctorado. Es así de simple, pero no por ello menos trabajoso. El doctorado al que puede acceder cualquier licenciado supone mucho tiempo de investigación para hacer la tesis doctoral y cuesta una pasta gansa. Pero doctores tiene la Iglesia, ¿verdad, quillo?

Si yo les digo a ustedes que tengo estudios en Sociología no les miento y hasta es posible que deduzcan de ello que puedo tener un máster o que soy licenciado en dicha materia. Si yo no les aclaro nada más podrán pensar lo que quieran. Ciertamente, tengo estudios de Sociología y hasta algunos trabajos de campo pero, lamentablemente para mi historial, no soy licenciado y, mucho menos, doctor en dicha materia.

La ambigüedad al notificar sobre el currículo personal puede ser accidental. Incluso el lector o el oyente pueden deducir lo que no es. Dicha ambigüedad puede ser intencionada, con lo que el discente miente descaradamente.

Entrar en el campo de las intenciones es sumamente difícil y subjetivo. Pero si la información permanece y no se corrige, creo que hay una cierta intencionalidad. Es decir, "si cuela, cuela, y tanto mejor para mí…".

De todas formas, mentir sobre el currículo vitae parece ser que está dentro de lo normal del conjunto español, ya que hay un 40 por ciento de falsedades en este tipo de informes personales.

Parece ser que hay y ha habido serias ambigüedades en los currículos de algunos cargos públicos desde que Roldán se adjudicara un flamante historial hace ya años -licenciado en Empresariales e ingeniero-. Tanto es así que en Internet existe lo que han dado en llamar El club de los currículum falsos referido a los “supuestos despistes” que han inflado las “semblanzas vitae” de algunos de nuestros políticos.

En dicho club, además de Roldán, están Patxi López, con estudios en Ingeniería; José Blanco, en Derecho; Carmen Chacón, auto-doctora en Derecho; Bernat Soria, supuesto Decano de la Universidad de Valencia. Recientemente ha ingresado Joana Ortega, con su no-título en Psicología. Según ella, hubo “un error de transcripción” y, después de disculparse, el Parlamento Catalán dio carpetazo al asunto. Es vicepresidente del Gobierno catalán.

Elena Valenciano se ha unido al selecto club. En la web del Parlamento Europeo figura como “licenciada en Derecho y Ciencias Políticas”, carreras que nunca terminó. Ella asegura que el error se debe a un problema de traducción.

Es curioso que no se haya dado cuenta hasta ahora, que ha saltado la liebre. Formó parte de dicho Parlamento entre 1999 y 2008. En su blog dice que tiene estudios de Derecho y Ciencias Políticas y que cada cual lo interprete como quiera. Seguro que hay más casos.

La honradez también es una virtud. Izquierda Unida denunció a Javier Viondi, candidato a la Alcaldía de Getafe y supuesto médico. Finalmente, renunció.

"Dimitir" es una palabra en desuso en nuestro país, no así en Alemania. La noticia de la semana pasada es la dimisión del presidente federal alemán, Christian Wulff. Dimite por un presunto delito de tráfico de influencias y cohecho. Él reafirma su inocencia y espera que así lo demuestre la investigación. Pero, mientras tanto, dimite. Es hora de tomar nota y poner en uso la palabra "dimitir" entre nuestra clase política.

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PEPE CANTILLO
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